Casi ocho años, en enero de 2018, han pasado desde que se iniciara una campaña para otorgar al bombero Antonio García Ocón una calle en San Pedro y aún queda un largo camino para lograrlo. Este héroe sampedreño reúne méritos más que sobrados para dar nombre a un espacio público en San Pedro. Se han reunido miles de firmas para solicitar que se lleve a cabo este reconocimiento pero los ritmos del Ayuntamiento son otros, los años pasan y, a pesar de las palabras bonitas de cargos públicos, no hay una clara voluntad política que se traduzca en ese impulso definitivo que merece Antonio García Ocón.
Raquel Espada es una sampedreña que, a las pocas semanas de la muerte de Antonio, el 9 de diciembre de 2017, decidió hacer algo para que el municipio reconociera a este héroe sampedreño. Fue de comercio en comercio, moviendo todos sus contactos hasta reunir 4.360 firmas que entregó por registro de entrada a la Tenencia de Alcaldía para respaldar la solicitud de que Antonio diera su nombre a un espacio público digno en San Pedro.
Nada ha pasado. El bombero sampedreño sigue sin dar nombre a una calle. Raquel recuerda el último contacto que tuvo con personal del Ayuntamiento: “este pasado verano me dijeron que ya estaba casi listo. Que en uno de los Plenos de verano se le daría a Antonio el nombre de una calle situada detrás del colegio María Teresa León”.
La versión oficial de la Tenencia de Alcaldía es bien distinta. Y menos optimista. Según Javier García, teniente de alcalde de San Pedro, “tenemos muchas solicitudes para dar nombres de sampedreños a espacios públicos. No es algo fácil. Puedo decir que la petición de Antonio el bombero ha sido aprobada en Junta Municipal de Distrito. El siguiente paso será que le dé el visto bueno la Comisión de Calle y después se podrá llevar a Pleno para su aprobación”.
García reconoce que aún se tardarán varios meses hasta que Antonio tenga el espacio público que merece. Porque esto último es importante: Javier García ha reconocido que desconoce aún la calle que se le otorgará al héroe sampedreño. “Tengo que hablar con su familia y es algo que aún no está decidido”, remarca el teniente de alcalde.
La familia de Antonio García Ocón sigue el proceso con prudencia y serenidad. Ellos saben que el bombero sampedreño no buscaba medallas ni reconocimientos cuando salvaba vidas.
UN BOMBERO QUE LO DABA TODO POR LOS DEMÁS
Cuando Antonio falleció ocupaba el cargo de sargento jefe de Bomberos de Estepona, tras pasar por los parques de Manilva, Benahavís y Ronda. Había sido 12 años enfermero en el Hospital Costa del Sol, donde también dejó una profunda huella en sus compañeros y pacientes a los que ayudó. Porque, por encima de todo, Antonio era experto en ayudar a los demás. Ya fuera excarcelando a niños atrapados en la piscina, liberando a heridos en accidentes de tráfico o salvando a cientos de refugiados sirios de morir ahogados en el mar Egeo.
Antonio tenía la capacidad de movilizar a la gente. De arrastrarla hacia buenas metas. Como cuando impulsó la Marea Amarilla para ayudar a Paula, una niña sampedreña con la terrible enfermedad de los huesos de cristal. Antonio organizó una marcha en Juanar, coordinando autobuses y reuniendo a cientos de personas para visibilizar esta terrible enfermedad.
Merece recordarse su paso por Lesbos del 4 al 19 de febrero de 2016. En esas fechas, miles de refugiados sirios cruzaban de forma precaria el mar Egeo desde Turquía a la isla griega huyendo de la guerra. Hasta allí se desplazó Antonio, sacrificando vacaciones y pidiendo dinero a amigos y comerciantes para pagarse el equipo de salvamento. Antonio se unió a la ONG Proem Aid y durante esas semanas salvó literalmente a cientos de niños y adultos de morir ahogados.
Cómo él mismo aseguró en una entrevista del San Pedro Información, “nosotros desembarcamos en Lesbos a las ocho de la tarde. Ya las dos horas estábamos con los trajes sacando gente de los dinguis (las balsas tipo zodiac que usaban las mafias con capacidad para 40-60 personas). Recuerdo que nada más empezar a ayudar a los refugiados, uno de ellos me paso un capazo lleno de mantas y tarde un poco en darme cuenta de que dentro había un bebé helado bajo la lluvia. Ahí se me saltaron las primeras lágrimas”.
También conviene recordar cuando, durante la celebración de la Carrera del Kilo que desde hace años organiza el Club de Atletismo de San Pedro en Navidad, Antonio salvó la vida a un corredor que tuvo una parada cardiorespiratoria. Lo estabilizó hasta que pudo ser llevado al hospital. Por este motivo, la Carrera del Kilo rinde, desde la muerte de Antonio, un homenaje a este bombero sampedreño.
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