Lucía Prieto -Tinta- La Última Palabra

Hasta hace pocos meses nada hacía pensar que la tendencia electoral en Marbella –la abstención— podría invertirse. Pero la indignación es un poderoso agente movilizador capaz de convertir la indiferencia en acción.

A la realidad política de Marbella y San Pedro no tenía por qué afectarle la detención del marido y el hijastro de la alcaldesa. Aquello no alteró a nadie, por el contrario Muñoz, muy ofendida, dijo que el tiempo pondría blanco sobre negro. Después llegó el procesamiento de Joakim y el conocimiento del auto del magistrado Manuel García Castellón.

La alcaldesa se instaló en el negacionismo de hechos probados y apoyada por todas las jerarquías de su partido ha desafiado la actuación de dos de los poderes que sustentan la democracia: el Judicial porque niega la realidad contenida en un auto del Juzgado Central de Instrucción número 6 y porque dilata el dictamen del juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1 de Málaga. Y el Legislativo porque se ha burlado del Senado.

Cuanto más evidente es la relación que poderes sombríos han mantenido con algunos concejales más se agudiza el negacionismo. El contenido –de los ya tristemente célebres audios— era más que conocido. Pero ahora a la letra impresa se añaden tonos, acentos, silencios y risas delatoras. En el primero hay una voz optimista, alegre y juvenil que más que pedir, exige. Bromea y ríe, se sabe destinatario del Maná que solo reparten los dioses y los poderosos. Es una voz vital y esperanzada que ofrece al concejal no se sabe qué clase de mercancías porque este lo manda callar. No usa el imperativo destinado a imponer obediencia y sumisión, por el contrario utiliza la persuasión. El tono es paternalista. A su interlocutor le pide prudencia y que emprenda un programa formativo que le garantice un futuro sin sobresaltos. La segunda de las voces intervenidas intenta disuadir al demandante. El tono del trasunto de Miguel, el ángel de las alas protectoras, es de hastío. No espera a oír el favor que el otro necesita, él no puede darle lo que le pide pero le promete cuidados y protección –no con medios municipales se supone— y con más sutileza que el anterior se deshace del intruso que ha perturbado su paz familiar.

No corresponde a la ciudadanía la valoración de las pruebas incorporadas al sumario, sino sólo exigir al poder municipal que explique por qué Muñoz consiente que actores ajenos a la institución municipal presionen a sus concejales y por qué ella les hace de mediadora.

 Es ininteligible para el ciudadano común la cohesión del Partido Popular (PP) en torno a la gran mentira que desvincula al Ayuntamiento de Marbella del entorno de la alcaldesa. Es ininteligible porque quienes mantienen esa falacia no son fanáticos, no son políticos erráticos, inexpertos o inconscientes. Por el contrario son estrategas cuyo objetivo es bastante más ambicioso que conservar el poder municipal, clave, sin embargo, para la victoria sobre el Gran Satán. Y determinante en la batalla por la conquista del gobierno de la nación. La presencia en la campaña de líderes nacionales repitiendo el mantra de la independencia de nuestra institución municipal, demuestra hasta qué punto están dispuestos a tolerar que el Ayuntamiento de Marbella siga intervenido por entes ajenos a las instituciones. Al menos, hasta que el PP gane las próximas elecciones generales.

¿Qué nos queda a los ciudadanos? En la historia de las ideas políticas hay un texto iluminador. Publicado en los meses anteriores a la Revolución Francesa, su autor, el abate Emmanuel Joseph Sieyès interpela a un público que por primera vez en la Historia ha entrado en la discusión política ¿Qué es el Tercer Estado? pregunta. La trascendental respuesta es: TODO. Ese TODO es la nación, identificada en 1789 con la comunidad de hombres (no mujeres) que iguales ante la Ley manifiestan, mediante la participación, su voluntad política (soberanía). Ese TODO que cambió el curso de la historia no es nada si el derecho al sufragio no se ejerce, porque su dejación favorece la devaluación de la democracia.

Nos queda el voto. El voto reparador que merece José Bernal porque fue expulsado del poder de forma legal pero ilegitima, porque la puñalada de sus Brutus no fue acompañada de los argumentos políticos que justifican las mociones de censura. Por eso y por plantear una oposición desde las instituciones: el Pleno, el Parlamento andaluz y el Senado. Merece el voto Izquierda Unida por la resistencia numantina en solitario, sin más armas que la honestidad, de Maica y de Manuel; por el mantenimiento de la lealtad a una cultura política que han representado en Marbella personas de la talla moral de Andrés Cuevas. Merece el voto Impulsa Ciudad por la entrega de Javier Lima, Fabiola, Paco Cervera… a la defensa de los bienes públicos, de la naturaleza y de nuestros árboles; por la valentía de tomar el relevo generacional en la defensa del Patrimonio Histórico expoliado y amenazado. Merece el voto cualquiera de las opciones que quieren demostrar que se pueden defender valores conservadores y amar a Marbella sin la hipoteca de la inmoralidad. Y San Pedro merece recuperar su soberanía porque allí el partido gobernante ha favorecido más que en el resto del municipio los intereses vikingos. Nos queda el voto porque somos el TODO del incendiario alegato de Sieyès: Somos «la Nación» y tenemos la última palabra.

Lucía Prieto

Profesora Titular del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Málaga

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