A veces la rabia nos puede. En especial cuando surge de la impotencia por no poder cambiar lo que es inmutable. No inmutable “per se” sino por la experiencia. Los hechos cuando se repiten crean conducta, la conducta se interioriza como hábitos y los hábitos forman el carácter.
Esto que es evidente para la persona también lo es para las ciudades y su gente. En las ciudades su carácter se concreta en su patrimonio de valores, de costumbres o de historia y bienes inmuebles. Su cultura. Nos cuesta trabajo aprender y admitir qué forma parte del ser de cada uno o de aquello que queremos o de los pueblos pero es así.
Eso nos lleva a la siguiente conclusión. Aceptación. Aunque nos cueste trabajo admitirlo. Gritar en el desierto o en una plaza pública sin público o a quien no quiere escuchar porque no le interesa o escribir una y otra vez sobre lo mismo no tiene mucho sentido.
Pero sigo aunque suene a soflama, a desahogo o a “político” lo que escribo a continuación. Me lo provoca las noticias que leo en los pocos periódicos locales que quedan o los artículos de algún amigo, periodista retirado, tan batallador como uno. Quizás mejor sería no informarse. O callarse como hace la mayoría.
No es importante, o mejor dicho no es nuevo que una parcela tan inmensa como la estadio de fútbol en mitad de la ciudad se le conceda a dedo a una empresa por 75 años para que haga un negocio increíble: hotel, locales comerciales, mil y pico aparcamientos… bajo la bandera de fundación sin ánimo de lucro y con apariencia de hacer un bien social. Esto tiene un nombre: dilapidar nuestro patrimonio. Del poco que dejo el gobierno del tal y tal.
No es importante ni nuevo que nos tomen por tontos, que no saben sumar y que se dejan engañar por los trileros que esconden la bola bajo los vasos de feria. Y se dejan malvender -en silencio- su patrimonio de suelo y que quieren dejarse condicionar por 75 años las posibilidades del futuro de nuestros hijos o de gestión de Corporaciones de otro signo político. Vender el presente y el futuro. Me parece, la verdad, excesivo. En cualquier otro pueblo los colectivos, asociaciones e ciudadanos se rebelarían.
No es importante ni es nuevo porque corresponde a la política de toda la vida de la derecha con los criterios de siempre: apoyar la empresa privada, exteriorizar los servicios públicos que son incapaces de gestionar, no tocar determinadas áreas muy populares: cofradías, fútbol, fiestas… Siempre bajo el criterio único de qué reporta más votos.
No es importante ni nuevo, es consecuente con una política de la desidia, de no hacer nada, de dejar de hacer. Porque al final si consiguen que nadie se implique en la actividad política pues mejor que mejor. Cuando lleguen las elecciones se olvidarán y nos votarán de nuevo. Triste, pero cierto.
No es importante, ni nuevo es pura propaganda y publicidad, Podemos ser la ciudad del deporte sin apena equipamientos deportivos; podemos ser la ciudad de la cultura sin infraestructura culturales; podemos ser la ciudad del medio ambiente con conducciones fecales y pluviales en la misma tubería o con un saneamiento que nada tiene de integral o con hoteles en la zona de dunas, o en el pinar de Nagüeles o de las Chapas…
No es importante ni nuevo -y eso es lo que más duele- porque lo importante es que a esta ciudadanía no le interesa para nada lo que suceda a la ciudad. Solo darse golpe de pecho y gritar que somos los mejores, la envidia del mundo entero y de que aquí se vive como en ningún sitio.
No son importantes ni nuevas estas actuaciones. Los que no estamos de acuerdo somos mal informados, políticos, los de siempre que nunca están contentos y engañan al personal. Porque – es solo un ejemplo sangrante- aquí no hay problemas de viviendas. Cuando tenemos más de 10.000 pisos turísticos o vendemos las parcelas municipales al mejor postor o estamos a punto de vender con premio de edificabilidad la Ciudad de el Tiempo Libre.
Porque lo realmente importante aunque no sea nuevo es la desidia de la ciudadanía. Pasar olímpicamente de todo. Siempre con las mismas justificaciones: que todos son iguales, que aquí no hay nada que hacer, que somos cuatro gatos, que todos se sienten de fuera, que intentar algo es perder el tiempo…..
Así sencillamente nos va.
Rafael García Conde
Ex concejal