Las promesas se repiten como setas en un invierno lluvioso. No importa si son comestibles, si crecerán más o menos, o tampoco si hay suficientes. Lo esencial es que la gente las vean. Son bonitas y atractivas aunque corran el riesgo de provocar vómitos para algunos como una mayonesa en mal estado.
EL invierno se alarga en el paréntesis entre elecciones municipales. Ahora estamos en la mitad de este período y no son muy necesarias las promesas, pero el gobernante inteligente las reitera para mantener el apego vivo. También hay que repetirlas cuando sucesos evidentes y dañinos las exigen. O cuando es imprescindible contestar el malestar que esos ciudadanos que siempre descontentos no dejan de vociferar. Menos mal que tienen pocos medios -la Televisión y Radio Local son nuestras- y, además, son muy pocos.
Si el malestar es clamoroso o sencillamente molesto entonces se anuncia un proyecto que está casi aprobado o unos presupuestos que están a la espera de hacerse realidad. No importa si los proyectos se repiten o se varían en su finalidad. Lo esencial -repito- es comunicarlo una y otra vez; que se los crean la ciudadanía y dejar tiempo correr hasta que se olviden. Cuentan con la escasa memoria ciudadana cuando no con el desinterés que ellos bien saben que existe en la mayoría de la población. En el tema cultural en especial.
El problema es que el edificio -patrimonio municipal- esté a punto de caerse y me refiero al Convento de la Trinidad. Ruina eminente. Entonces se cambia los apoyos para que se pueda pasar por la calle Viento sin riesgo para los paseantes. Y ya está. EL peligro para del edificio no importa. Y los ciudadanos no pasan por ahí camino de la feria, que sí importa. Tampoco es mala táctica en este y otros casos echar balones fuera. Aquellos socialistas que gobernaron dos años son los responsables. No hicieron nada; aunque los proyectos, y cuento cuatro, los realizara la actual alcaldesa que lleva gobernando muchísimos años más.
Otra estrategia es poner piedras de futuros edificios. Las primeras piedras aumentan la credibilidad del interés municipal. Se supone que ya hay proyecto y financiación para realizarlo. Se supone. La Ciudad de la Justicia creo que ya lleva tres primeras piedras. Mientras tanto sigue en unos sótanos sin ventilación ni luz natural. También sirve cambiarlos de localización. La busca de la parcela ideal entretiene mucho.
No quiero agotar el tema. Hay demasiadas infraestructuras necesarias que viajan de promesa en promesa.
Hoy me quiero referir a una especialmente de actualidad. EL recinto ferial de Marbella. Ya saben que me he convertido de independentista a un abanderado del olvido de Marbella ciudad en beneficio de San Pedro- por el recinto ferial, el tanatorio o el pabellón de deportes…
Es lamentable el estado en que se encuentra el recinto ferial de noche de nuestra ciudad. De noche y de día. Lo he vivido de abuelo y es increíble como una ciudad como esta puede ofrecer sus miserias de forma tan evidente. No puedo hablar de las casetas de noche porque no me he atrevido a ir ni tengo edad.
En un terrero inadecuado con unas calles infernales se acumulan los cacharros de feria -a unos precios abusivos- y en condiciones inestables
y miserables. La marcha de subida y bajada por sus calles en medio de una nube de polvo no es lo mas adecuado para los abuelos ni para los niños. El recinto va de localización en localización sin la más mínima protesta ciudadana ni de tantos feriantes. Eso sí: la alcaldesa ha declarado y prometido, por supuesto, que en dos años tendremos un recinto definitivo. Por lo visto en el mismo sitio mas adecuado para pistas de moto cross que para una feria. Quien se lo quiera creer que se lo crea. A lo mejor esta promesa se hace realidad porque dentro de dos años son las elecciones municipales.
Rafael García Conde
Ex -concejal.