Ana María Mata -Vox Pópuli- Odiosas comparaciones

Por una vez y sin que sirva de precedente voy a ignorar el dicho o refrán, a los que suelo ser, por lo general, proclive. Es posible, pienso, que las comparaciones sean odiosas, pero en ocasiones, créanme, son también necesarias.

Viene esto al caso como resultado de una función de teatro a la que asistí como espectadora en el pueblo vecino. La obra se llamaba “La Fiesta del Chivo” la interpretaba principalmente Juan Echanove y se representaba en el Auditorio Felipe VI de Estepona.

El primer sobresalto (admirativo, desde luego) fue la visión de dicho Auditorio en un lugar excelente de la ciudad.  Un edificio dispuesto para las Artes, teatrales, musicales, etc., con todas las de la ley, y si me apuran, un poco más, debido a su extensa cabida. Ahí empezó mi divagación mental, involuntaria, pero difícil de contener. En mi mente y retina apareció el cubículo pequeño que lleva el nombre de teatro en nuestra ciudad. ¿Cómo es posible, me decía a mi misma, que la Marbella de tanta importancia turística no tenga algo así? Un lugar para la expansión cultural en todos sus órdenes como parece ser este Auditorio? ¿Se puede ser una ciudad con pretensiones cosmopolitas y tener estos fallos?

Mi indignación fue a más cuando observé que un poco más abajo se extendía un amplio campo de deportes, e incluso un edificio que se anunciaba como campo de atletismo.

Estepona aparecía de golpe empoderada ante mis ojos de habitante de una ciudad limítrofe carente de todos estos equipamientos. Envidié a este otro pueblo cuyos mandatarios se preocupan de que sus obras públicas sean completamente efectivas.

La comparación, en este caso, sirvió para tomar constancia de una realidad luctuosa: la que se refería a la escasez de muchas estructuras fundamentales en nuestra ciudad por mucho que disfrutáramos de otras, como campos de golf, puerto deportivo y restauración.

La falta de espacios deportivos en Marbella es asunto ya antiguo al que nos referimos con frecuencia pero que hasta el momento solo tiene la callada por respuesta. Con los espacios culturales sucede lo mismo.

Con ocasión de esta visita para disfrutar de una excelente, por otra parte, obra de teatro, se rompió mi orgullo marbellí en mil pedazos, porque la postura del avestruz nunca ha figurado en mi forma de sentir. La evidencia era clara y sencilla. Estamos en desventaja con el pueblo vecino en un montón de apartados esenciales.

Rebajemos, por tanto nuestro ego, Mientras las cosas sigan así salimos perdedores en determinadas comparaciones.

Ana María Mata
Historiadora y Novelista

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