Poco, tarde y mal. El inaceptable desamparo de los mayores en las residencias durante la COVID-19 en España. Así de claro es el título del extenso informe de Médicos Sin Fronteras (MSF) que ha analizado la situación de las residencias durante lo peor de la pandemia. Este documento ha pasado muy desapercibido en los medios de comunicación generalistas. El Periódico de Marbella quiere divulgar con este artículo parte de lo que relata el informe, aunque en determinados pasajes parezca más un cuento de terror por las terribles situaciones vividas por médicos de MSF, bomberos, personal de residencias y, sobre todo, por los propios mayores de las residencias.

“La situación vivida en las residencias de mayores durante la epidemia de COVID-19 en España nunca debería volver a ocurrir. Las lecciones aprendidas y las vidas perdidas deberían provocar un cambio profundo”, así de claro comienza el Informe de Médicos Sin Fronteras. Este documento analiza la situación vivida en las cerca de 500 residencias de toda España en las que tuvieron que actuar de urgencia.

Limpiando las estancias de los mayores en una residencia.

En el Informe resaltan la necesidad de pasar de un modelo de residencia en el que prime el interés del proveedor de servicios a uno que ponga el foco en mejorar la atención médica y social que deben recibir los mayores. Por eso, entre otros motivos, ese modelo primero ha facilitado que más de 27.000 mayores hayan muerto entre el 6 de abril y el 20 de junio en las residencias: el 69% de las personas fallecidas por Covid-19 en toda España. Según precisan desde MSF, “los centros de mayores tuvieron que asumir de facto una responsabilidad para la que no estaban preparadas, ni dotadas, ni protegidas, con unas consecuencias desastrosas para residentes, personal y equipos de gestión, y un impacto directo en la alta mortalidad. Si sabíamos que este virus es muy contagioso y se ceba en las personas mayores, ¿Por qué hemos tardado tanto en protegerlas? ¿Qué ha fallado? ¿Qué podemos hacer para que no se repita?”.

Entrando con los trajes EPIS en una residencia.

Tal y como describe el Informe, otra de las patas del desastre en las residencias fue la falta de entendimiento entre las Administraciones gobernadas por diferentes partidos políticos y las desconfianzas entre los propios órganos de Gobierno responsables de la legislación, supervisión y fiscalización de las residencias. “Teníamos que trabajar con 17 reinos de taifas. Entiendo que ante el Covid-19, que era totalmente nuevo, todos teníamos que adaptarnos a nuevas situaciones y cambiar protocolos hasta lograr ser efectivos, pero no ha facilitado la labor de MSF el que hubiera que coordinarse con tantas administraciones competentes”, explica a El Periódico de Marbella Nines Lima, coordinadora de Médicos Sin Fronteras de las residencias de mayores de Barcelona.

Otro problema que señala el Informe es el de infraestructuras y espacios inadecuados en las residencias. Recogiendo el testimonio de una de las responsables médicas de los equipos de respuesta de MSF:”los edificios y la distribución de espacios en las residencias de mayores no favorecen las medidas de aislamiento y prevención del contagio. No existe una tipología de residencia pensada en términos de prevención de infecciones. No hemos encontrado una residencia igual a otra. Son todas diferentes en lo que respecta a los accesos, la distribución de las habitaciones y de las áreas comunes, los servicios de cocina y de lavandería, los vestuarios, los circuitos de ventilación natural, el acceso a zonas al aire libre o por el contrario edificios completamente cerrados… En cada centro, nos hemos enfrentado a un rompecabezas para asesorar e implementar las medidas de zonificación y de circulación más adecuadas, y en muchas ocasiones hemos tenido que escoger el mal menor para llegar a proponer algo funcional”.

MSF ha formado a cientos de miembros del personal de las residencias.

Médicos Sin Fronteras tuvo que llevar a cabo una intensa labor para formar y ayudar al personal de las residencias, que no estaban preparados para afrontar una pandemia. Hasta el punto de que se encontraron situaciones como la que describe Andrés, jefe de Bomberos que dio apoyo a MSF desinfectando centros de mayores, “el personal respiraba un poco cuando les decías que la desinfección profunda de paredes, de suelos, de armarios, de camas, la íbamos a hacer nosotros, pero persistía el miedo a mover a las personas, con todas sus pertenencias, de un lugar a otro, para crear zonas limpias y sucias. Preferían muchas veces que los mayores, mientras no hubiese resultados fiables de las pruebas, quedasen encerrados en sus habitaciones, en lugar de reagruparlos en zonas, por miedo a perder el control y que todo el edificio se viese así contaminado. El resultado era espantoso: una sucesión de puertas cerradas, en ocasiones con llave, y personas golpeando y suplicando por salir. Un horror”.

Desinfectando la habitación de un residente.

Otro caso muy representativo es el que relata Isabel, responsable de una residencia religiosa de mayores: “a finales de marzo se nos presentó el primer caso. Este hecho marcó un antes y un después. De ahí fuimos en cascada. Yo intentaba tener el control, pero no era posible, el virus iba tomando ventaja. Solicité apoyo a la Junta de Andalucía; me decían ‘ya irá alguien’. Y así pasaban los días. Llegó Semana Santa y yo trabajaba 12 y hasta 14 horas diarias. Pero no conseguía controlar, el virus nos controlaba. Yo estaba como en shock, bloqueada. Venían los de inspección de Salud Pública, la UME, Protección Civil, y desinfectaban, nos daban información, pero la situación no mejoraba. Yo improvisaba e inventaba cómo hacer. Tenemos un sistema muy participativo, pero yo me preguntaba cada día: ‘¿Lo que hacemos estará bien?’”.

Lo cierto es que, tal y como describe con frecuencia el Informe, las residencias fueron abandonadas, en muchos casos, a su suerte, señalando que la Fiscalía del Estado tendrá que analizar si se han dado casos de abandono del deber de socorro a mayores a los que se debería haber derivado a un hospital. O si ha sido simple negligencia. Sobre este aspecto es revelador el testimonio de Luisa, trabajadora social de una residencia que los equipos de MSF visitaron hasta cuatro veces debido a la alta mortalidad entre sus residentes: “llamabas al hospital de referencia y te decían: ‘lo siento, hoy solo podemos admitir a una persona de residencias, elijan ustedes’. Aun así, la ambulancia no venía a recogerla y fallecían en las pocas horas o días”.

Dando charlas para establecer zonas limpias y sucias en las residencias.

El Informe de Médicos Sin Fronteras, que puede consultarse en https://www.msf.es/actualidad/publicaciones, es demoledor. “Nosotros en MSF solemos ser muy combativos a la hora de denunciar emergencias sanitarias en el Tercer Mundo. Aquí, sin embargo, hemos querido esperar a que pase la peor fase de la pandemia para no distorsionar nuestra relación con las administraciones con las que teníamos que coordinarnos”, explica la doctora Nines Lima que aclara que, “mientras no haya vacuna ni tratamiento efectivo al Covid-19 hay que estar muy alerta, mantener la distancia de seguridad y las medidas de protección”.

Tríptico de MSF que resume la situación vivida en las residencias.

¿Estaremos preparados para afrontar la segunda ola de la pandemia que parece que ya nos está alcanzando? ¿El personal de las residencias está entrenado y equipado para combatirla con eficacia? ¿Las administraciones han afinado sus mecanismos de coordinación y respuesta rápida? ¿O tendrá que venir otra vez Médicos Sin Fronteras a actuar de urgencia en España como lo haría en Somalia, Congo o el Sahel?

Este reportaje sólo ha podido mostrar pequeñas pinceladas de un Informe de 84 páginas plagado de denuncias y recomendaciones. En Marbella hemos tenido mucha suerte. Las residencias oficialmente no han tenido muertos por Covid-19 y el hospital no se colapsó como los grandes centros médicos de Madrid o Barcelona. Parece que se acerca la segunda ola de cara al otoño-invierno y esperemos que los horrores vividos en cientos de residencias de toda España no se den en las nuestras.

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