La Costa del Sol fue el cobijo durante décadas de decenas de militares nazis huidos de toda Europa tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Algunos aprovecharon organizaciones como Odessa para escapar a Sudamérica u Oriente Medio. Otros se quedaron como residentes bien avenidos en Marbella, Estepona, Mijas o Benalmádena, convirtiéndose en respetables ciudadanos y empresarios. En este primer reportaje vamos a arrojar luz sobre tres de ellos, León Degrelle, Otto Skornezy y Otto Ernst Remer los cuales lucharon en el frente de combate y mantuvieron durante toda su vida  sus convicciones nazis. En un segundo reportaje profundizaremos en el papel crucial que jugaron españoles germanófilos como Víctor de la Serna y José Antonio Girón  para ayudar a pasar a los nazis hacia Sudamérica desde Italia y España, y cómo dieron cobijo y facilitaron la vida a los que prefirieron quedarse en la Costa del Sol.

LEÓN DEGRELLE, EL HIJO QUE SIEMPRE QUISO HITLER

León Degrelle lució muchas veces sus condecoraciones ganadas en el Frente Oriental al mando de la Brigada Valona de las Waffen SS (la rama militar del Servicio de Seguridad Nazi) en las fiestas que celebraba en su casa de la Costa del Sol en el último tercio del siglo XX. Bajo el pseudónimo de José León Ramírez Reina, este belga buscado por su gobierno para ser ejecutado por crímenes de guerra, disfrutó del buen clima costaseleño en su chalet de Benalmádena. Bajo el calor de nuestro inmejorable clima seguramente este antiguo oficial de las Waffen SS recordaría el frío pasado en las numerosas batallas que libró en el escenario más duro y salvaje de la Segunda Guerra Mundial: el Frente Oriental.

León Degrelle en el frente del Este.

Degrelle fue el líder del partido fascista Rex y, durante la guerra, se alineó en el bando de Adolf Hitler. Organizó la formación de la Brigada Valona de las Waffen SS (la rama militar del Servicio de Seguridad Nazi) y con ella combatió en Rusia contra los soviéticos. Dirigió esta unidad formada por 2.000 soldados belgas en la huida del cerco de Korsun-Cherkassy en febrero de 1944, cuando 60.000 soldados alemanes fueron rodeados por más de 300.000 efectivos del Ejército Soviético. Degrelle se ganó la máxima condecoración alemana al valor, la Cruz de Caballero, cubriendo con la Brigada Valona el cruce del río Gniloi Tikich, que venía desbordado por el deshielo. Los belgas quedaron casi aniquilados pero permitieron la huida de miles de soldados alemanes. Al final, mientras la caballería cosaca y los tanques T-34 soviéticos degollaban y aplastaban a los rezagados alemanes, el propio Degrelle cruzó nadando el helado río y llegó a las líneas nazis más allá del río al borde de la congelación.

Tanques Tigre alemanes que lucharon en la Bolsa de Cherkassy.

El valor personal demostrado en este sangriento combate, sólo sobrevivieron 700 belgas de los 2.000 que formaban la Brigada Valona, le valieron los elogios del propio Adolf Hitler que durante la ceremonia de condecoración declaró ante todos los presentes que “si tuviese un hijo me gustaría que fuese como usted”, refiriéndose a Degrelle.

León Degrelle siguió luchando en el Frente Oriental hasta casi el final de la guerra. En mayo de 1945 escapó a Noruega, donde se incautó del avión bombardero personal del Ministro de Armamento nazi Albert Speer junto a cuatro oficiales más y atravesó sin paradas media Europa para escapar a España. El avión, ya sin combustible, se estrelló en la playa de la Concha de San Sebastián. El belga resultó herido y fue trasladado a un hospital donde se recuperó de sus heridas.

DEGRELLE EN ESPAÑA

“Degrelle nunca se arrepintió de su pasado al servicio de Hitler”, explica José Manuel Portero, que acaba de escribir el libro Nazis en la Costa del Sol, que recopila muchísima información sobre los nazis que pasaron por nuestra tierra. “Más bien todo lo contrario, fue toda su vida un bravucón que nunca renunció al nazismo y que hizo proselitismo influyendo en nuevas generaciones”, aclara el autor.

Avión de Degrelle estrellado en la playa de San Sebastián.

Tal y como refleja Portero en su libro, el nazi de origen belga fue acogido por el régimen franquista, que rechazó todas las peticiones de extradición del gobierno de Bélgica. Allí le esperaba una sentencia de muerte in absentia y, de hecho, varios de los líderes del partido Rex fundado por Degrelle fueron ejecutados y los ocho hijos de Degrelle fueron separados y les cambiaron de nombre. El ex oficial de las Waffen SS tuvo que vivir escondido en Madrid, bajo el seudónimo de José León Ramírez Reina y trasladándose a Constantina (Sevilla) donde se convirtió en un exitoso empresario de la construcción. Irónicamente, hizo bastante dinero tras hacerse con varios contratos para la construcción de las bases aéreas norteamericanas en España durante la Guerra Fría.

Degrelle luciendo sus condecoraciones en España.

Posteriormente, se trasladó a la Costa del Sol, primero a Fuengirola y, posteriormente, a Benalmádena, donde hizo muy buenas migas con personajes como Hans Hoffman (fundador del Colegio Alemán), Otto Skorzeny, Jean Marie LePen, Blas Piñar, etc.

Degrelle fue un negacionista del Holocausto hasta su muerte y nunca se arrepintió de su posicionamiento a favor de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, su casa fue hasta su muerte lugar de peregrinación de neonazis y nostálgicos de Hitler. Fue convertido por muchos falangistas y neonazis en un icono hasta el día de su muerte en 1994 en Málaga, tras pasar sus últimos años de vida viviendo en Benalmádena.

OTTO SKORZENY, EL JAMES BOND DE HITLER

Entre todos los personajes relacionados con el nazismo que pasaron por la Costa del Sol hay uno que destaca, no solo por su tamaño, entre todos ellos: el coronel de las SS Otto Skorzeny. Este austríaco de casi dos metros de altura con la cara cruzada de cicatrices de sus duelos estudiantiles tuvo, según  el libro Nazis en la Costa del Sol, casa en Marbella.

Retrato de Skorzeny luciendo su Cruz de Caballero al cuello.

Skorzeny protagonizó algunos de los hechos de armas más espectaculares de la II Guerra Mundial. Especialista en operaciones especiales, organizó y ejecutó la operación de rescate del dictador italiano (Duce) Benito Mussolini que se encontraba preso en un hotel de montaña en los Apeninos, recluido a finales de verano de 1943 tras un golpe de estado propiciado por el rey de Italia para pasarse al bando Aliado. El gigantesco oficial de las SS comandó varias decenas de paracaidistas que aterrizaron en planeador junto al hotel y rescataron al Duce sin disparar un solo tiro. Rápidamente, Mussolini y Skorzeny subieron a una avioneta que aterrizó al efecto y los llevó a un lugar seguro tras las líneas alemanas. Por esta operación el oficial de las SS fue ascendido y condecorado con la Cruz de Caballero, convirtiéndose en un héroe para el pueblo alemán y para Hitler.

Skorzeny destaca por su altura, luciendo prismáticos en el pecho, a la izquierda de Mussolini.

Sabiendo que Skorzeny era un hombre con muchos recursos, el dictador alemán le encargó la captura del líder partisano Tito en Yugoslavia. Esta misión fracasó porque el comando de paracaidistas que lideraba encontró mucha oposición cuando asaltaba el cuartel general del líder partisano, que pudo escapar.

Hitler también le encomendó la detención del dictador húngaro el almirante Miklós Horthy cuando en otoño de 1944, con la guerra claramente inclinada a favor de los soviéticos en el Frente Oriental, abrió negociaciones con el Ejército Rojo para conseguir la paz. Skorzeny se desplazó a Hungría y eficientemente capturó a Horthy, que fue recluido en una prisión alemana, siendo sustituido al frente de Hungría por un títere pronazi que mantuvo al país en la guerra.

LA ÚLTIMA MISIÓN

Tras el desembarco de Normandía, los ejércitos alemanes se desangraron en el Frente Occidental, principalmente por el enorme poderío aéreo y logístico que tenían los Aliados. De junio a primeros de Diciembre los soldados alemanes fueron expulsados de Francia y gran parte de Bélgica y Holanda. En las boscosas colinas de la frontera de Bélgica con Alemania Hitler decidió gastar su última carta: la ofensiva de las Ardenas, con la que ilusoriamente pretendía recuperar gran parte del terreno perdido utilizando dos ejércitos de tanques con algunas de las mejores divisiones que le quedaban.

Tanque Panther alemán con la estrella norteamericana pintada para engañar a loa Aliados.
Skorzeny, a la izquierda con guerrera de camuflaje, durante las últimas batallas de la guerra en el frente del río Oder.

El papel del ya coronel de las SS Skorzeny era organizar una unidad de soldados alemanes vestidos como norteamericanos para infiltrarse tras las líneas aliadas y causar sabotajes y confusión en la retaguardia para así facilitar la misión de las divisiones de soldados regulares. A pesar de una ardua búsqueda, Skorzeny apenas pudo organizar un comando de 80 soldados con un inglés aceptable y un puñado de vehículos capturados al enemigo. Con el inicio de la batalla de las Ardenas, los soldados-espías de Skorzeny se infiltraron y tuvieron un éxito inicial relativo cambiando señales de tráfico y desviando columnas de combate aliadas del Frente. Sin embargo, muchos fueron capturados y, debido a que utilizaban el uniforme enemigo, se les acusó de espionaje y fueron fusilados inmediatamente. Skorzeny fue herido en la cabeza en los últimos compases de esta batalla y evacuado a Alemania. Tras participar en varias misiones desesperadas en los últimos meses de la guerra, Skorzeny se rindió a los norteamericanos, cumpliendo un año de prisión.

ODESSA Y ESPAÑA

En junio de 1948, en la ciudad alemana de Darmstadt, tres oficiales aliados sacaron a Skorzeny de la prisión en la que estaba y le dejaron libre, eligiendo España para encontrar un lugar seguro. 10.000 alemanes se refugian en España tras la guerra, centenares de ellos nazis reclamados por los Aliados e ignorados por Franco

Skorzeny entró en España por la frontera con Francia en Irún el 12 de enero de 1951 gracias a la mediación del periodista Víctor de la Serna (del que se hablará largo y tendido en un segundo reportaje), con el que establecería una estrecha amistad. Hasta el punto de que el periodista fue su testigo de bodas cuando el ex oficial de las SS se casó con la condesa Finckenstein.

Se instala en Madrid y, gracias a De la Serna, Skorzeny tejió una importante red de contactos con empresarios y miembros del Régimen Franquista. Creó una empresa próspera y, al mismo tiempo, participó en el comercio de armas y en la Organización Odessa, que ayudó a huir a criminales nazis a países de Sudamérica. Durante un tiempo estuvo en Argentina y fue miembro del régimen de Juan Perón y su esposa Eva Perón, con quienes tuvo estrechos vínculos. 

Skorzeny, a la izquierda, junto al presidente argentino Perón, en el centro.

Según Portero, la labor de Skorzeny al frente de Odessa está fuera de toda duda. “Sus actividades mercantiles y la abundancia de fondos que manejaba le permitían viajar con frecuencia a zonas consideradas como seguras, especialmente Egipto y otros países árabes, y los del cono sur americano, concretamente Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. La España de Franco era una primera etapa intermedia y necesaria en la que los prófugos encontrarían los recursos precisos para recalar a los países citados”.

Tal y como se relata en el libro Nazis en la Costa del Sol, Skorzeny era asíduo a la Costa del Sol y tenía una propiedad en Marbella, igual que en Madrid, en el exclusivo barrio de El Viso, y en Mallorca. Aquí solía reunirse con sus amigos el general Otto Remer, José Antonio Girón, León Degrelle o Hans Hoffman.

En 1970, se descubrió un tumor canceroso en la columna vertebral de Skorzeny. Posteriormente, le extirparon dos tumores mientras se encontraba en un hospital de Hamburgo , pero la cirugía lo dejó paralizado de cintura para abajo. Prometiendo caminar de nuevo, Skorzeny pasó largas horas con un fisioterapeuta; y, en seis meses, estaba de nuevo en pie. Skorzeny murió de cáncer de pulmón el 5 de julio de 1975 en Madrid.

REMER, EL SALVADRO DE HITLER

Otto Ernst Remer fue uno de los militares alemanes más determinantes de la Segunda Guerra Mundial y vecino de Marbella hasta su muerte. Su actuación en un momento concreto pudo cambiar el curso de la guerra. O no. Lo cierto es que, tras un intento de atentado con bomba contra Adolf Hitler el 20 de julio de 1944 promovido por un grupo de militares antinazis del que Hitler salió con vida de manera providencial, Remer fue llamado por el dictador nazi para encabezar la represión en Berlín de los conspiradores. Este comandante estaba al mando de la principal unidad de guarnición en la capital alemana, el Regimiento de Guardia Grossdeutschland, al frente del cual dirigió la detención de numerosos implicados en la conspiración.

Retrato de Remer luciendo su Cruz de Caballero.

Remer nació en 1912 en Brandenburgo, uniéndose con veinte años al ejército alemán. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial ya era teniente primero y participó en las campañas de Polonia, los Balcanes y Rusia comandando un batallón de granaderos acorazados en la unidad de élite División Grossdeutchland. Fue condecorado con la Cruz de Caballero con Hojas de Roble tras luchar en las batallas de Jarkov, Kursk y Krivoi Rog.

Dos escenas durante la batalla de Las Ardenas

Tras ser herido en marzo de 1944, Remer asumió el mando del batallón de la Guardia Gran Alemania (Grossdeutchland) encargada de la vigilancia en Berlín. Tras cumplir eficientemente con las ordenes de Hitler de reprimir el complot en la capital alemana, que se saldaría a la postre con cientos de militares fusilados y ahorcados, fue ascendido a coronel por el dictador alemán y puesto a cargo de la brigada de élite Fuhrer Begleit.

Según se relata en el libro Panzer Legions de Samuel W. Mitcham, al frente de esta unidad, equipada con los mejores tanques y tropas que podía aportar el Alto Mando Alemán, Remer participó en la última gran ofensiva nazi de la guerra: la batalla de las Ardenas en diciembre de 1944. El papel de la brigada, y de Remer, fue bastante mediocre, perdiendo casi todos sus blindados en pocas semanas.

A pesar de ello, Remer fue ascendido a General por Adolf Hitler, su unidad fue de nuevo reequipada y arrojada contra el Ejército Soviético que se acercaba a Berlín. La brigada fue de nuevo diezmada y Remer, con algunos cientos de supervivientes, cruzó apresuradamente el río Elba para rendirse a los norteamericanos y así evitar diez años de trabajos forzosos en Siberia.

Tras la guerra, Remer demostró ser un incorregible pronazi toda su vida. En los inicios de los 50 creó un partido político fascista y, por ello, en 1952 el canciller alemán Adenauer lo prohibió. Remer decidió poner tierra de por medio y se exilió durante varios años a Siria y Egipto, donde se dedicó como asesor militar a perfeccionar varios ejércitos en Oriente Medio.

En los años 80 tenemos a Remer de vuelta en Alemania, dedicado a publicar artículos en los que negaba la existencia del Holocausto. Un delito penado en Alemania pero no en España. Así que, cuando la justicia alemana quiso actuar sobre él, el general de la Guardia de Hitler escapó con su esposa en 1994 a la Costa del Sol, concretamente a Marbella. Ya estaba enfermo y pasó gran parte de los tres años que le quedaban de vida enganchado a una bombona de oxigeno en su pequeño chalet de Elviria, donde murió el 4 de octubre de 1997.

Degrelle, Skorzeny o Remer son tres ejemplos de nazis convencidos y fieles a la memoria de Adolf Hitler hasta la muerte que se afincaron en nuestra tierra. Hubo otros muchos alemanes y nazis, como Hans Hoffman, Wolfgang Jugler, Fredrik Jensen, Herbert Schaefer, Aribert Heim, etc., que huyeron o se radicaron en la Costa del Sol tras el conflicto, atraídos por el clima, la calidad de vida y el beneplácito del régimen de Franco, que favoreció tanto el asentamiento de nazis en nuestra tierra como su asistencia y ayuda para escapar a Sudamérica o a países árabes. El papel del periodista Víctor de la Serna y del ministro falangista José Antonio Girón, entre otros, fue determinante para que la Costa del Sol acogiera a decenas de alemanes en la postguerra y funcionara como refugio de la Organización Odessa. Sobre estos asuntos tratará un segundo reportaje que se publicará próximamente.

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