El macizo de Sierra Bermeja es conocido principalmente por acoger el mayor afloramiento del mundo de roca peridotita y por tener el único pinsapar asentado en este tipo de suelo. Pero esta sierra es mucho más que estos dos elementos geológicos y botánicos. Se extiende, con unos límites muy bien definidos desde la Edad Media, desde río Verde hasta Casares por parte de 10 términos municipales: Benahavís, Casares, Estepona, Genalguacil, Igualeja, Istán, Jubrique, Júzcar, Parauta y Pujerra. Esta sierra acoge, a pesar del daño del reciente incendio, grandes masas de pinares, los famosos castañares del valle del Genal y por sus barrancos y cañadas fluyen ríos como el Verde, Guadaiza, Guadalmina, Guadalmansa, Castor o Padrón.

La falta de prevención ha sido el gran pecado de las administraciones competentes en garantizar que Sierra Bermeja estuviera mejor preparada para afrontar un gran incendio forestal como el que ha arrasado casi 10.000 hectáreas hace escasos días. Ha sido crónica de un incendio anunciado porque está científicamente demostrado que Sierra Bermeja se quema más que otras sierras. De hecho, desde 1956 se han contabilizado casi 30 fuegos en este macizo montañoso. El reciente fuego ni siquiera ha sido el más pavoroso o el más grande. En 1975 afectó a más hectáreas y provocó muchos más daños materiales, obligando a evacuar in extremis Benahavís y Cancelada.

Hace escasos meses salió a la luz el que es seguramente el libro que profundiza más exhaustivamente en el conocimiento de nuestras sierras: Los bosques de la Serranía de Ronda. Una perspectiva espacio-temporal, coordinado por los profesores José Gómez Zotano y José Antonio Olmedo Cobo. Este manual contiene un capítulo titulado Sierra Bermeja y los grandes incendios forestales: una reconstrucción geohistórica (1950-2018), escrito por Javier Martos y el profesor sampedreño José Gómez Zotano. Ambos son de los mayores expertos de esta sierra recientemente quemada y parten de la premisa de que Sierra Bermeja está condenada a quemarse con una frecuencia mayor que otras montañas vecinas debido a factores como su gran masa forestal, los barrancos abruptos que la conforman, los vientos intensos que llegan del Estrecho, las altas temperaturas que se dan en verano, el abandono y falta de previsión, etc.

Martos y Gómez Zotano han inventariado 29 incendios desde 1950, 14 de los cuales son considerados como Gran Incendio Forestal (GIF), que es el que consume más de 500 hectáreas. Lo que arroja la cifra de 1 incendio forestal de gran magnitud cada 4 años y tres meses. Casi todos provocados por el hombre. Entre los numerosos fuegos acontecidos en esas décadas destacaremos los más virulentos.

EL INCENDIO DE 1966

Ambos analizan el incendio de agosto de 1966 que arrasó 5.000 hectáreas de pinares en Jubrique, Genalguacil, Casares y Estepona, especialmente las laderas occidentales de Sierra Bermeja. Por aquel entonces la extinción de este incendio involucró a soldados de tres regimientos de infantería desplazados de Málaga, San Roque y Ronda y cientos de voluntarios traídos desde Estepona en camiones. Más de dos mil hombres en total participaron en las labores de extinción y ninguno resulto herido de consideración.

Se cuantificaron más de 216.000 pinos quemados por el incendio. También se decidió establecer, por primera vez, una red de cortafuegos de por lo menos 40 metros de ancho libres de matorrales como medida preventiva para futuros incendios.

Cortafuegos en Sierra Bermeja. Foto: Javier Martos.

Además, el fuego trajo como consecuencia el que los alcaldes afectados solicitaran la declaración del pinsapar y de la sierra como Parque Nacional. Sin resultado. Ya en esa época, “los alcaldes de los cuatro pueblos afectados decidieron no hacer repoblaciones artificiales por no haber dado resultados otras anterior y en atención a que la repoblación natural se da con gran facilidad y profusión”, se explica en el artículo de Martos y Gómez Zotano.

EL GRAN INCENDIO DE SIERRA BERMEJA DE 1975

También analizan el conocido como Gran Incendio de Sierra Bermeja, que en noviembre de 1975 arrasó más de 10.000 hectáreas, de Igualeja a Benahavís, afectando especialmente la Sierra Palmitera, Montemayor y las cuencas de los ríos Guadaiza, Guadalmina y Guadalmansa. Debido al intenso viento del Norte, según relatan Martos y Gómez Zotano en su artículo, Benahavís tuvo que ser evacuado en su totalidad, yendo los vecinos agrupados por la carretera hacia la costa con llamas a ambos lados de la carretera.

Según relató el periodista José Luís Yagüe para el ABC, se quemó tres cuartas partes del término municipal de Benahavís y un coto de caza, en la zona de la futura Zagaleta, “en el que murieron infinidad de especies de caza mayor como muflones, corzos, venados o gacelas”. Los daños se cuantificaron en 1.000 millones de pesetas.

Noticia del ABC que relata el impacto del incendio de 1975.

Además de muchos vecinos particulares, acudieron a ayudar a extinguir el incendio toda la dotación de bomberos de Marbella, bomberos de Málaga y un batallón del Regimiento Aragón número 17, entre otros.

EL INCENDIO DE 1991

En agosto de 1991 se produjo otro incendio de infausto recuerdo que afectó a Sierra Bermeja, Bornoque y Sierra de Tolox, especialmente las cabeceras de río Verde y Guadaiza. Arrasó casi 8.000 hectáreas de alto valor ecológico, quemándose más de 500 pinsapos en las laderas cercanas a monte Abanto de Sierra Bermeja.

Como explican Gómez Zotano y Martos, poco antes del inicio del fuego había estado trabajando en la zona un retén del Infoca, por lo que se barajó en su momento la hipótesis de que el incendio comenzara por una quema preventiva de rastrojos. El fuerte viento de poniente hizo el resto: el incendio pronto tuvo cinco frentes y se tardo cuatro días en ser controlado. Afectó especialmente a las poblaciones de pinsapos, afectando a siete pinsapares en la zona de Abanto, Cero del Duque y Sierra Real especialmente.

CONCLUSIONES

Javier Martos y José Gómez Zotano sacan varias conclusiones sobre su estudio de los incendios en Sierra Bermeja. Este macizo, por sus condiciones especiales ya mencionadas, es muy proclive a quemarse. El pino negral o resinero, el tipo de árbol más abundante en sus laderas, es el más resistente al fuego, pudiendo sobrevivir tras quemarse más de una vez. Mientras que los pinsapos, que colonizaron en abundancia las laderas de sierra Palmitera, Real y Bermeja, han visto restringido su espacio a Los Reales y algunas zonas de Abanto y Armas. Hay además una relación entre el abandono de las prácticas silvícolas y ganaderas en la sierra y el aumento de la extensión de los incendios. Cuando se abandona el monte, arde más y con más frecuencia.

“La evolución creciente de los incendios forestales refleja con claridad la existencia de conflictos y tensiones de diversos órdenes en Sierra Bermeja: marginalidad social de los pueblos colindantes, precariedad económica de los aprovechamientos, problemas asociados a la titularidad-propiedad de los montes, despoblación de áreas rurales, sobrepresión por turismo, abandono de fincas, quemas agrícolas, cambios de uso del suelo, tráfico de drogas, especulación urbanística y recalificaciones de suelos no urbanizables, son hechos que se traducen en la aparición frecuente de incendios, la mayoría de ellos intencionados”, detalla Gómez Zotano.

Sierra Bermeja seguirá ardiendo en el futuro. Sobre este último incendio se ha escrito mucho en relación a que ha sido de Sexta Generación y sobre la vinculación de su virulencia con el cambio climático. Veremos en años venideros si esta nueva ecuación climática podrá ser asumida por los bosques de Sierra Bermeja y, sobre todo, si las administraciones toman nota de cómo afrontar incendios más virulentos en esta montaña tan afín al fuego.

En estos dos enlaces puedes leer los dos reportajes anterior sobre Sierra Bermeja:

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