El sargento sampedreño Miguel Osorio luchó en primera línea en dos de las guerras mas sangrientas del siglo XX: la Guerra Civil con el 1º Tabor del Grupo de Regulares de Ceuta y la Segunda Guerra Mundial con la División Azul. Osorio dejó escrito un diario en el que relataba sus vivencias durante los 16 meses que pasó luchando en la Segunda Guerra Mundial con la División Azul. Este medio ha tenido acceso a ese documento histórico en el que cuenta sus peripecias.

El sargento sampedreño Miguel Osorio en la trinchera.

El sargento marbellí Miguel Osorio Ramírez estaba cansado después de una noche entera dirigiendo una patrulla de combate entre las dos líneas del frente. Mientras, en la distancia retumbaban los cañonazos alemanes dirigidos a las posiciones rusas que defendían Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial. Su fatigado pelotón había tenido varios encontronazos violentos con soldados soviéticos, lo usual en el frente defendido por su unidad.

La sorpresa fue cuando capturaron a un soldado enemigo de rasgos asiáticos porque, en vez de echarse a llorar suplicando por su vida, derramó lágrimas de felicidad al ver la bandera de España en el uniforme de sus captores. No era lo mismo rendirse ante los alemanes que solían fusilar a los prisioneros sin miramientos, a hacerlo ante los españoles de la División Azul, que en general los trataban humanamente.

Pelotón de Miguel Osorio en el bosque de Slutsk en julio de 1943.

“Mi padre nos contó muy poco sobre sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial. Era un hombre reservado. Una de las pocas anécdotas que me contó fue la del pobre prisionero ruso que capturaron y se puso inmensamente feliz cuando vio la bandera de España. Le dieron de comer y lo mandaron a la retaguardia”, aclara Juan Osorio Duarte, coronel de Infantería retirado e hijo de Miguel Osorio Ramírez.

ORÍGENES Y GUERRA CIVIL

El Sargento Miguel Osorio Ramírez nació en Marbella el 27 de diciembre de 1914. Estudió hasta los 14 años y luego se puso a trabajar en el campo junto a su padre, que era capataz en una finca de San Pedro Alcántara. A los 20 años se alistó como voluntario en el ejército. Un acto vocacional: los Osorio tienen un componente belicoso en la sangre porque, de los cinco hermanos varones, tres hicieron carrera militar y otro se enroló en la Guardia Civil.

Al inicio de la Guerra Civil española, el sargento Osorio se encontraba en Xauen, Marruecos, defendiendo las posesiones españolas en el país vecino. La unidad de Osorio, el Tabor 1 de Regulares, fue la primera unidad del ejército franquista en cruzar el Estrecho de Gibraltar para ayudar en el derrocamiento de la República. Fueron transportados por el destructor Churruca a Cádiz un día después del pronunciamiento militar, el 19 de julio de 1936.

“Con el inicio de la guerra, mi abuelo y sus hijos sufrieron represalias a manos de los republicanos. De hecho, cuando se aproximaban las fuerzas nacionales a San Pedro intentaron quemar la casa de mi abuelo con toda la familia dentro. Lo que les salvó de morir calcinados fueron las pasadas rasantes del as de la aviación nacional Joaquín García-Morato, que distrajo a los republicanos lo suficiente para que mi abuelo y toda la familia escaparan al monte”, cuenta el hijo de Miguel Osorio.

El sargento Osorio luchó contra los republicanos en el Frente de Andalucía hasta marzo de 1937, cuando fue herido por metralla de un proyectil de tanque en Pozoblanco. Tras recuperarse, participó en la Batalla del Ebro y terminó la Guerra Civil en la frontera catalana de los Pirineos. Luchó desde Cádiz hasta la frontera con Francia. Durante los más de tres años de guerra acumuló diversas condecoraciones: Medalla Militar Colectiva, Cruz de Guerra, Tres Cruces Rojas al Mérito Militar y Medalla de la Campaña.

Osorio acumuló numerosas condecoraciones tras su participación en dos guerras.

CON LA DIVISIÓN AZUL EN LA UNIÓN SOVIÉTICA

Después de lo vivido en la Guerra Civil ¿Qué pudo llevar a Miguel a alistarse en la División Azul? Los ejércitos alemanes estaban invadiendo la Unión Soviética y el dictador Francisco Franco mandó a la División Azul para ayudar a los alemanes en su lucha contra en comunismo. El papel de la unidad española fue participar en el asedio de Leningrado, una de las principales ciudades soviéticas. Su hijo explica que “era muy religioso y llevó muy mal el hecho de que él y su familia fueran señalados por los comunistas republicanos por ir a misa. Quiso ir a Rusia para luchar contra los rojos”. Dicho y hecho: Miguel se alistó en la División Azul, partiendo hacía la Unión Soviética en el 11º Batallón de Marcha el 18 de junio de 1942. Llegó al campamento español en Novgorod el 4 de julio tras un largo viaje. Allí fue adscrito como jefe del Pelotón de Asalto de la 1ª Compañía del I Batallón del Regimiento 269. El sargento sampedreño participó en el asedio de Leningrado durante los 16 meses que pasó en Rusia, dejando escrito un diario de campaña. Este diario es un documento histórico muy valioso para conocer su paso por la División Azul.

Fragmento original del diario de campaña de Miguel Osorio.

El tipo de lucha que vivió Osorio en el asedio de Leningrado fue una sucesión de periodos en las trincheras de primera línea, días de descanso en retaguardia, asistencia a cursos de formación para suboficiales (de Armamento, Cazatanques o Veterinaria), patrullas nocturnas, marchas y contramarcha. Pero también tuvo días de descanso asistiendo al cine o alternando con la población civil.

La aviación soviética bombardeaba con frecuencia a los españoles. También eran habituales los ataques de artillería y mortero sobre las trincheras de la División Azul. Osorio también participó en numerosas luchas cuerpo a cuerpo, la forma más dura de combate. Contabilizó hasta 8 días de este tipo de combate por lo que fue distinguido como Soldado de Asalto. Durante el algo más de un año que luchó en Rusia, la Compañía de Osorio, con unos efectivos aproximados de 150 soldados, tuvo 16 muertos y 36 heridos. Este es el cómputo que escrupulosamente reflejó el sampedreño en su diario de campaña.

También había tiempo para alternar con civiles y personal sanitario.

Sin embargo, no todo fueron días de enfrentamientos. También hubo momentos para la distracción y el relajamiento. “Las relaciones con los civiles rusos eran muy buenas. Mi padre contaba que los trataban bien y que hubo más de un amorío con las chicas de los pueblos donde estaban de guarnición”, explica Juan Osorio. Asímismo, los soldados pudieron disfrutar de tiempo para ir al cine en los periodos alejados del frente. Miguel Osorio refleja en su diario de campaña varios de estos días de esparcimiento: el 24 de enero de 1943 vieron la película Raza, un día después Morena Clara, el 31 de enero Un marido a precio fijo y el 18 de abril Nobleza Baturra.

Paella preparada por divisionarios españoles durante le asedio de Leningrado.

Mención aparte merece la climatología. La meteorología extrema era la norma. Miguel Osorio apuntó en su diario de campaña los sufrimientos por los problemas que provocaba el deshielo en las trincheras: “en posición, en estos días empieza a sentirse el frío y todos los días tiene que llover, por las trincheras no se puede ni andar por el agua y barro que hay”. También el frío extremo que padeció, “en estos días no se puede del frío que hace, hasta el agua está congelada” o, “por la noche hubo una ventisca muy grande, las trincheras se llenaron de nieve y había que andar por encima de ellas”. Otro ejemplo, del día 1 de febrero de 1943, cuando “por la noche fuimos a relevar a las trincheras a la tercera sección de nuestra Compañía, hacia una noche espantosa no se podía dar un paso por la ventisca que había”.

Duras condiciones de lucha durante el invierno en el Frente del Este.

LA BATALLA DE KRASNY BOR

El momento más negro que vivieron los miembros de la División Azul durante toda su permanencia en la Unión Soviética fue la Batalla de Krasny Bor, que tuvo lugar el 10 de febrero de 1943. Ese día el alto mando soviético desencadenó la ofensiva Estrella Polar con el objetivo de levantar el asedio de la ciudad de Leningrado en la zona defendida por los españoles. Para Miguel Osorio fue una suerte que el golpe principal del ataque soviético cayera sobre la zona defendida por el regimiento 262, la unidad española vecina que ocupaba el pueblo de Krasny Bor y protegía la vía de tren que unía Leningrado con Moscú. Si hubiera sido su regimiento, el 269, el que hubiera estado en la trayectoria del ataque, seguramente el sampedreño no hubiera vivido para contarlo.

Vigilando el frente desde las trincheras.

El 55 Ejército Soviético del general Vladimir Petrovich Svridov contaba con 44.000 soldados, 117 tanques y 1.000 piezas de artillería. Su ataque diezmó tanto al Regimiento 262 como al 250 Batallón de Reserva y causó numerosas bajas al 250 Batallón de Zapadores y a la unidad antitanque de la División Azul. Los soviéticos hicieron retroceder varios kilómetros a los españoles que, no obstante, se defendieron con uñas y dientes y consiguieron mantener las líneas. Hasta el punto de que al día siguiente el Ejército Rojo suspendió la ofensiva tras perder 20.000 soldados. Los españoles en cambio, tuvieron 2.800 bajas entre muertos y heridos y varios cientos de prisioneros.

El regimiento del sargento Osorio, el 269, sufrió de refilón la Ofensiva de los rusos. Tal y como relata en su diario de campaña: “a las siete de la mañana empezaron los rojos hacer fuego con artillería, morteros y organillos de Stalin (un tipo de lanzacohetes múltiples montados en camiones) sobre las posiciones ocupadas por el Regimiento 262 de nuestra División. A las nueve aproximadamente, avanzaron cerca de cuarenta tanques rompiendo nuestra línea por dicho sector, también actúa mucha aviación de ellos, por la tarde vino la nuestra y bombardeó y ametralló y hubo combate derribando a dos ó tres aparatos rojos”. Como puede deducirse las fuerzas soviéticas se concentraron en otro punto de las trincheras defendidas por Osorio, ya que ese día su Compañía sólo tuvo un muerto y un herido.

FINAL DE LA GUERRA Y VUELTA A CASA

Tras la batalla de Krasny Bor, la guerra de trincheras volvió a ser la característica habitual, con golpes de mano frecuentes por parte de ambos bandos. Un típico “encontronazo” con el enemigo es el que vivió Osorio el 6 de mayo de 1943: “a las doce y media de la noche vino una patrulla roja cogiendo preso a un centinela español con una lona y golpeándole la cabeza con porra pero como se puso a gritar, entonces lo soltaron y se dieron a la fuga, en la retirada se mató uno por mi fusil ametrallador”. Al día siguiente la suerte volvió a estar de parte del sampedreño, “a las doce y media de la mañana empezaron los rojos a tirar con los morteros sobre nuestra posición cayendo dos morterazos encima de mi chabola resultando heridos el cabo y un soldado de mi pelotón, resultando yo ileso por milagro porque estaba junto con ellos dentro de la chabola”.

Conforme pasaba el verano de 1943 Miguel Osorio fue viendo menos acción en el frente. El día 21 de agosto le concedieron el emblema de Soldado de Asalto y obtuvo un permiso. Su hijo Juan Osorio cuenta que «mi padre fue al pueblo de Puskin y visitó el Palacio de Catalina de Rusia y se trajo un recuerdo a Marbella: una cinta de la carroza de la emperatriz rusa”. Tras el verano, comenzó el lento retorno de los divisionarios a España. El sargento Osorio, tras recibir otra condecoración, la Cruz Roja al Mérito Militar, fue repatriado en noviembre y volvió a San Pedro a recuperarse.

Ya en su tierra, la vida volvió a la normalidad. Se casó el 26 de junio de 1944 con la marbellí Rafaela Duarte Lima. Pero siguió ejerciendo la carrera militar, así que se reincorporó a su antigua unidad en el Tabor de Regulares de Ceuta. Osorio estuvo en activo en diferentes unidades del ejército español hasta 1967, cuando se retiró con el grado de capitán. Posteriormente trabajó como administrador en la empresa de un familiar, llevando una vida tranquila y dedicada a su familia hasta su muerte en 2004.

Miguel Osorio como oficial años después de luchar en la Unión Soviética.

Miguel Osorio fue un simple soldado sampedreño que participó en el teatro de combate más duro de la Segunda Guerra Mundial: el Frente del Este. Por fortuna, pudo volver de las trincheras y rehizo su vida en Marbella. Cientos de divisionarios españoles tuvieron peor suerte que él y fueron capturados por los soviéticos. Acabaron en campos de prisioneros durante 11 o 12 años, sobreviviendo en condiciones atroces, hasta que en 1954 pudieron volver a España en el barco Semíramis. Unos doscientos de ellos vinieron a Marbella a recuperarse física y psicológicamente de este trance, pasando unos días en el Albergue del Frente de Juventudes (actual albergue África). Una experiencia que se relatará en el artículo Marbella: sanatorio de la División Azul, el reportaje que cierra la Trilogía Marbella y la División Azul y que se publicará dentro de dos semanas.

El primer reportaje de la Trilogía, Marbellíes en el Frente de Leningrado, puedes leerlo en este enlace:

Parte I: Marbellíes en el Frente de Leningrado

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