Este es el primer artículo de una serie de reportajes sobre cómo sufrieron los ciudadanos de Marbella la represión de ambos bandos durante la Guerra Civil. Acaban de cumplirse 87 años del inicio de este terrible conflicto.

En este primer reportaje se tratará de relatar cómo fueron los meses previos del inicio de la Guerra Civil en nuestro municipio, cómo se vivió la creciente tensión entre los marbellíes, cómo fracasó el Golpe en julio de 1936 en Marbella y cómo fue la consiguiente represión roja contra la población y el patrimonio de la ciudad.

VÍSPERAS DE LA GUERRA CIVIL EN MARBELLA

En toda España, y Marbella no fue una excepción, los años previos al inicio de la Guerra Civil en 1936 fueron convulsos social y económicamente. En Marbella se vivieron huelgas en la minería, boicots a comercios auspiciados por los anarquistas, conflictos laborales en las colonias agrícolas de San Pedro y El Ángel, etc. Los años anteriores a la II República, y los años que duró esta, conforman una época conflictiva, de reivindicaciones sociales, de polarización política y de mucha crispación.

La olla a presión en la que estaba sumergida Marbella entró en su fase final de ebullición tras las elecciones municipales de febrero de 1936, cinco meses antes del inicio de la guerra. El Frente Popular de izquierdas ganó los comicios en Marbella logrando una victoria contundentemente con 2.030 votos a favor frente a los 820 de los partidos conservadores.

La atmósfera no se tranquilizó tras las elecciones. Según asegura el historiador Fernando Alcalá Marín en su libro Marbella. Segunda República y Guerra Civil, “el clima de apasionamiento no desaparece al conocerse los resultados. Los propios vencedores temen un golpe militar en tanto que a las derechas les asusta que se desate la violencia y la nueva situación derive en una dictadura de signo comunista”.

Entre las primeras medidas que aprobó el Ayuntamiento de izquierdas, está la solicitud de traslado del capitán de la Guardia Civil, Manuel Gómez Cantos, personaje controvertido, que unos meses después volvería para convertirse en principal ejecutor de la represión franquista tras la ocupación de Marbella en febrero de 1937.

Capitán Gómez Cantos, el Ayuntamiento logró que fuera trasladado de Marbella. Volvería tras la entrada de las tropas nacionales a Marbella para ejercer su venganza sobre decenas de marbellíes.

Según relata Alcalá Marín, el Ayuntamiento también cesó al médico conservador Félix de Zea de su cargo de director del Hospital San Juan de Dios. Otra de las medidas que se tomaron contra uno de los símbolos del poder conservador en la ciudad el párroco de la Iglesia de la Encarnación, José Vera Medialdea, fue intentar cobrarle 25 pesetas diarias como castigo por hacer propaganda política de derechas desde el púlpito. Finalmente, el Consistorio no pudo hacer efectiva dicha multa.

En primavera, el ambiente se fue caldeando aún más, y en el municipio se sucedieron huelgas en las Colonias de San Pedro y El Ángel.

GOLPE DE ESTADO Y REPRESIÓN ROJA

El 18 de julio de 1936 comenzó la Guerra Civil con el alzamiento de los militares en África. España quedó partida entre quienes mantenían su lealtad a la República y quienes apoyaban el golpe de estado capitaneado por el general Francisco Franco.

En Marbella, el propio día 18 pasó lentamente con una calma tensa, las fuerzas del orden, Guardia Civil y Carabineros, permanecieron en sus cuarteles. Todos a la espera de acontecimientos. En Marbella no triunfó el Golpe franquista. La profesora de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga, Lucía Prieto, en su libro Los días de la Ira. Entre Mijas y el Guadiaro, de la República a la Sierra, explica que un grupo de milicianos y obreros de izquierdas se desplazó a Málaga en camiones el mismo día 18 para garantizar que no triunfara el Golpe en la capital.

Así era el retablo de la Iglesia de la Encarnación antes de ser destruido.

Al día siguiente, el 19 de julio, tal y como explica Lucía Prieto en Los días de la Ira, «sobre mediodía, entre la inquietud y el desconcierto grupos de personas se fueron reuniendo en la Alameda. Cuando los milicianos se bajaron de los camiones a su regreso de Málaga, comenzó una manifestación, encabezada por el alcalde comunista Francisco Romero Añón, Currito el de Leganitos, que se dirigió hacia el Ayuntamiento”.

Lo que pasó a continuación fue el detonante de los disturbios. “Justo a su paso por la plaza Juan Palomo, el hermano del párroco, Antonio Vera, ha disparado sobre un grupo que en actitud belicosa se aproximaba a la casa parroquial”, relata Alcalá Marín. Fruto de este incidente, un obrero agrícola recibió una rociada de perdigonazos en el hombro y tuvo que ser trasladado a Málaga a curarse.

Entre gritos, pedradas e intentos de linchamiento por parte de decenas de personas, el párroco y su familia tuvieron que ser escoltados al Arresto Municipal por una dotación de carabineros.

Estado en que quedó la Iglesia de la Encarnación.

A partir de ese momento, se desató la violencia. Grupos de personas se dirigieron a la Iglesia de la Encarnación y, antes de incendiarla, la despojaron de imágenes, mobiliario, retablos y bancos. Prieto explica en Los días de la Ira cómo el retablo, que databa de 1594, y los bancos fueron llevados hasta la playa de Levante donde ardieron durante varios días.

Otra víctima de la violencia fue el Archivo Parroquial, quemado por completo, y que contaba con fondos documentales cuyos orígenes se remontaban a la Conquista de la ciudad por Fernando el Católico en 1485.

“En San Pedro, un primer intento de quemar la iglesia fue evitado por obreros de la UGT. Más tarde, grupos de personas llevaron cubos de gasolina desde la fábrica de azúcar y quemaron también este templo”, se explica en el libro de Lucía Prieto. La misma suerte corrieron diversas ermitas y capillas como las de El Ángel y Guadalpín entre otras.

El Casino de Marbella también fue víctima de los rojos.

Otro de los símbolos del poder tradicional, el Casino de Marbella, fue quemado en su totalidad.

VÍCTIMAS DE LA REPRESIÓN

En Marbella, según reseña Los días de la Ira, entre el 19 y el 21 de julio un total de 48 personas son detenidas e ingresadas en la cárcel municipal: el párroco y su familia, el sacerdote de San Pedro, el doctor Félix de Zea,  el jefe de Falange en Marbella, etc. La mayoría de ellos fueron trasladados a la cárcel de Málaga o al barco prisión Marqués de Chávarri el 4 de agosto. Muy pocos regresaron, casi todos fueron ajusticiados en la capital o al volver a Marbella.

Un episodio especialmente trágico se vivió el 9 de agosto, cuando un grupo de milicianos de Istán trajo a Marbella a cinco detenidos, entre ellos al sacerdote del pueblo. No fueron admitidos en la cárcel municipal. Así que los llevaron al paraje del Olivar de Casablanca y allí fueron asesinados tras ser paseados delante de muchos testigos de Marbella.

Estado en que quedó la capilla de San Juan de Dios.

Muchas personas, sin pertenecer a ningún partido u organización de derechas, huyeron para evitar la cárcel y vivieron situaciones límite de las que salieron con vida por los pelos. Como el caso que relata Luisa Lima Guillén, que recuerda como su madre, Manuela Guillén, le contaba que cuando comenzó la represión roja, a su marido, Pepe Lima González, lo cogieron los milicianos para meterlo en el camión que lo llevaría a fusilar. “Se salvó porque uno de los milicianos se enfrentó a los demás diciendo que lo dejaran libre porque cuando la gente pobre iba al saladero les daban pescados sin cobrarles”.

“Al final mi madre tuvo que huir con mi padre y mis dos hermanos mayores, andando varios días hasta Torremolinos donde se refugiaron en la casa del cónsul argentino. Cuando pudieron volver a Marbella, en febrero de 1937, la casa en la que vivían en calle Viento había sido totalmente saqueada.

La capilla de la Colonia de El Ángel también fue atacada por elementos rojos.

El actual cronista oficial de Marbella, Francisco Moyano también recuerda que a su tío, un pequeño empresario que trabajaba la tierra, lo detuvieron unos escopeteros (término marbellí para los milicianos) armados con granadas, “seguramente lo iba a matar pero lo dejaron en paz porque uno de ellos lo reconoció como una persona que había ayudado a su hija”.

EL TRÁGICO CASO DE LA LÍDER DE ACCIÓN POPULAR

Otro caso trágico fue el de María Ángeles Rodríguez de Rivera, la presidenta de Acción Popular (organización conservadora) en Marbella y que regentaba una tiendecita de telas. Fue muy activa en los años de la República “movilizando a las mujeres católicas contra lo que consideraba la gran ofensa de la República a la religión, el matrimonio civil y el divorcio”, según explica Prieto en Los días de la Ira.

Varios escopeteros la detuvieron y fue encarcelada en Málaga a espera de juicio en el barco prisión Marqués de Chávarri. Su familia consiguió que personas vinculadas a los anarquistas intercedieran por ella, ya que era evidente que, aunque su ideología era hostil a la República, no representaba un peligro ni tenía relación con “elementos facciosos”.

Esta marbellí paso un tiempo encarcelada en el vapor Marqués de Chavarri.

Aunque fue liberada en un primer momento, de nuevo fue encarcelada. El juez instructor del Tribunal Popular de Málaga que llevaba su caso dilató el proceso mientras pedía pruebas de su culpabilidad. Pero en Marbella, el Comité de Salud Pública ya la había sentenciado. Dos milicianos la sacaron de la prisión y la ejecutaron a la entrada del cementerio de San Rafael. Una semana más tarde, el juez instructor hacía constar en su auto que no existían pruebas de lo que el comité de Marbella la acusaba, que no era peligrosa para la República y que debía ser puesta en libertad. Demasiado tarde.

El verano de 1936 fue una época de terror para muchos marbellíes. Hasta primeros de septiembre el traslado de presos, relacionados con los golpistas u organizaciones conservadoras afines, a Málaga fue continuo o directamente fueron ejecutados. Un goteo trágico: labradores, el contable de la Colonia de San Pedro, un juez retirado, el veterinario municipal, etc.

Según el cronista Fernando Alcalá Marín, durante este periodo, “veinte vecinos de Marbella, clasificados como de derechas, habían caído acribillados a balazos. Era el sangriento fruto de una dramática cosecha que por desgracia no sería la última. Némesis, la vengadora, seguía aleteando siniestramente sobre Marbella”.

Este rosario de muertes terminó a primeros de septiembre, cuando se produjo una desaceleración de la violencia. Durante los siguientes meses, hasta la entrada de las tropas Nacionales a mediados de enero de 1937, Marbella afrontaría otro desafío consecuencia de la guerra: la llegada de miles de refugiados huyendo desde el Campo de Gibraltar, Sierra de Cádiz y Serranía de Ronda, según se explica en Los días de la Ira.

Las consecuencias de la llegada de estos miles de refugiados y cómo afectó al municipio de Marbella se profundizarán en un segundo reportaje que se publicará mañana. Asímismo, la “juía” a Málaga cuando las tropas Nacionales entraron en Marbella y la trágica Desbandá por la carretera a Almería se explicará en un tercer reportaje.

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