La historia es caprichosa, juega con la paciencia del investigador y unas veces te da el dato y otras te sume en una oscuridad total. El azar es tan válido como la perseverancia y te puedes pasar la vida buscando algo que nunca encontrarás o hallarte enfrente de algo que no buscabas ni tenías la más remota idea de su existencia.

Y eso me ha sucedido con los baños de la ribera de Río Real, nunca antes citados ni referenciados como tales en la historiografía especializada, en concreto en la Historia de los Balnearios de la provincia de Málaga de Juan Antonio Rodríguez-Sánchez porque probablemente en el ámbito cronológico de su estudio no había alcanzado la categoría de los numerosos balnearios conocidos.

Y aunque la mención sea breve no pude evitar esa emocionante sensación al toparte con un tesoro. Son dos líneas que se encuentran en las Actas de la Junta de Propios de 1792 que dicen así: “Para la reparación y reedificación de los baños de la ribera del río Real de este término 1520 reales que entregué al maestro picapedrero Antonio Donoso en quien recayó su remate”.

¿Qué hace un historiador cuando nunca antes había oído hablar de tales baños ni sabe donde están? Sin duda buscar y rebuscar. Las pistas no ayudan porque no se localizaban en la parte del río perteneciente a Marbella sino a la del actual término municipal de Ojén que entonces era jurisdicción de Marbella y es en el pueblo vecino con el que compartimos tantas cosas, además de lindes, donde podemos encontrar menciones a unos baños sulfurosos en planos antiguos justo al noroeste de la Loma del Cagón en la unión del arroyo de los Sauces con el Real.

Nos referimos al lugar nombrado como Fuente Santa o manantial de la Fuensanta conocido por sus propiedades medicinales cuya primera noticia publicada se remonta a 1789 en las Conversaciones Históricas Malagueñas de Cristóbal Medina Conde: «En la ciudad de Marbella hay dos fuentes minerales, que por sus excelentes virtudes llaman las Santas, pues curan las más de las enfermedades. Su situación es en el Río Real, a una legua de distancia de la Ciudad, y quinientos pasos de su último molino. Tienen la particularidad que se notan en otras que diré, que puesta en un vaso y echándole aceite, se va éste a lo hondo, y se pone toda blanca como leche”.

Dato corregido por Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico, “[…] es notabilísimo el [manantial] llamado Fuente-Santa, que nace en el mismo plano de Río-Real por el forámen de una gran piedra: su calidad es tan excelente que apenas usa sus aguas un enfermo que no se ponga bueno y sano de cualquier dolencia que padezca, teniendo la particularidad de que mezcladas con unas gotas de aceite se vuelven albeas y forman una legía espumosa”. Las noticias recogidas, de nuevo por Rodríguez-Sánchez, en el trabajo “Fuentes sobre manantiales. Documentos históricos sobre los veneros mineromedicinales malagueños” nos aporta una gran cantidad de datos pero ninguno sobre la posible construcción de un balneario en el siglo XVIII.

Su historia continúa en el siglo XX, en concreto en 1949, con la iniciativa de Antonio Maíz Viñals -médico y cronista oficial de la ciudad- cuando solicita que se inscriba a su nombre el manantial, ya conocido por La fuente del Chorrillo, del Sauce y Fuente Santa, junto al doctor Ángel Urbano Pérez y Esteban Gómez Lorente de Ojén. Pretendían su declaración de utilidad pública. En la memoria el doctor Maíz presentó un estudio de cien historias clínicas sobre sus virtudes curativas hasta que en 1957 las aguas se declararon como minero-medicinales.

Su Geografía Médica de Marbella es un trabajo imprescindible para conocer las enfermedades de la posguerra y podemos deducir por la cantidad de historias clínicas que proporciona que los manantiales eran bastante frecuentados tanto por marbellenses como por ojenetos para curar sus dolencias. Por problemas que desconocemos no comenzaron la explotación de los manantiales y perdieron sus derechos sobre los mismos. Poco a poco la Fuente Santa ha ido cayendo en el olvido, que suele pasar cuando los pueblos pierden la memoria sin poner remedio, quedando solo el recuerdo de su topónimo. Tengo entendido que la fuente ha desaparecido enterrada por el río debido a la colmatación de la zona por lo que deben permanecer allí los restos de aquella construcción balnearia. No sabemos más, ni su origen ni si encierra alguna sorpresa arqueológica pero al menos que quede constancia documental que en 1792 un picapedrero estaba reparando y reedificando los baños que es la constatación de que allí existía un balneario construido con piedra de cantera y que en la actualidad es el ayuntamiento de Ojén quien debe tenerlo inventariado y protegido como bien patrimonial.

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