Hace 150 años España tocó fondo como nación como pocas veces había pasado en su historia debido a la debilidad de la I República, a la Guerra de los Diez Años de Cuba, al inicio de la III Guerra Carlista y al desmembramiento de diversas regiones y ciudades españolas con el fenómeno cantonalista. Surgen en ese momento, en los años 1873-1874, dos personajes muy vinculados a Marbella que logran dar un giro a esta situación caótica: Manuel Gutiérrez de la Concha, Marqués del Duero y creador de la Colonia de San Pedro, y José López Domínguez, marbellí de nacimiento y perteneciente a la familia más aristocrática de Marbella. Ambos son en esa época militares de un enorme prestigio, bregados en innumerables guerras, cargados de condecoraciones.

El Marqués del Duero se encargará de estabilizar el frente y dar impulso a las tropas lealistas en la III Guerra Carlista, muriendo en el intento. Mientras que López Domínguez se encargará de acabar con el cantonalismo conquistando la inexpugnable ciudad rebelde de Cartagena hace 150 años, un 13 de enero de 1874. Esta es la historia de esa gesta increíble.

EL MARBELLÍ QUE MÁS ALTO HA SUBIDO

Apenas hay gente que sepa en Marbella quién fue y sólo se le recuerda por el nombre de una calle. Nadie es profeta en su tierra. Pero José López Domínguez ha sido uno de los grandes personajes de Marbella. Como político llegó a lo más alto: presidiendo el Gobierno en 1906 y siendo ministro varias veces. Como militar también: tenía todas las condecoraciones posibles y fue nombrado Capitán General, el máximo rango militar de la época.

Nacido en Marbella en 1829, José López Domínguez era por parte de madre miembro de la distinguida familia local de los Domínguez: una estirpe marbellí que ha contado con diversos líderes y militares distinguidos. José López Domínguez estaba emparentado con el general Francisco Serrano y Domínguez, uno de esos generales/políticos que en la España del siglo XIX hicieron y deshicieron gobiernos, apoyaron y exiliaron a reyes y, en definitiva, convirtieron esas décadas decimonónicas en uno de los periodos más complejos y difíciles de la historia de España.

López Domínguez se beneficio mucho de la relación con su tío el general Serrano. A la vez que demostró una enorme capacidad como militar, especialmente como experto artillero.

Cargado de medallas. López Domínguez pertenecía a una estirpe marbellí de destacados militares.

Como explica el historiador, y descendiente suyo, Antonio Romero Domínguez, “formó parte de la comisión de Artillería que asistió al frente de guerra en Crimea, a mediados del siglo XIX. Su experiencia militar internacional le llevó a conocer el funcionamiento de los ejércitos de Hungría, Alemania, Bélgica y Francia. También estuvo en Italia en la campaña de unificación del país encuadrado en el ejército de coalición sardo-francés”.

Según relata Romero Domínguez, “en 1857 entró en el mundo de la política de la mano del general Serrano en la Unión Liberal y un año después fue elegido diputado por la circunscripción de Coín. Durante años compatibilizó sus responsabilidades políticas con las militares; entre estas últimas formó parte de las tropas desplegadas en Marruecos. También participó en la batalla del puente de Alcolea que derrocó a Isabel II”.

Cuando durante la I República, en 1873, el fenómeno del cantonalismo amenazó la estabilidad del Gobierno, el entonces presidente Castelar eligió a López Domínguez para liquidar el asedio de la ciudad de Cartagena, el principal foco del cantonalismo en España.

CARTAGENA, UN ASEDIO ÉPICO Y DOS GENERALES DIMITIDOS

El cantonalismo, que aspiraba a crear una República Federal mediante la unión voluntaria de ciudades y regiones mediante cantones casi independientes (una forma de hacer República de abajo hacia arriba), tuvo en Cartagena a su máximo exponente. Cuando los cantonalistas intentaron imponer sus ideas de forma efectiva, la entonces débil I República tuvo que actuar dispersando sus tropas por España para aplastar a los rebeldes. Durante ese verano de 1873 el movimiento cantonalista pudo ser controlado. Excepto en Cartagena.

La ciudad murciana era en el siglo XIX la ciudad mejor fortificada de España y una de las más inexpugnables del Mediterráneo. Según los datos aportados por el estudio Fundamentos militares de la derrota del cantón en Cartagena del doctor en Ciencias Económicas, Faustino Acosta Ortega, la ciudad murciana contaba con varios fuertes exteriores y un recinto amurallado artillado con más de 300 cañones y una guarnición sublevada de 9.000 voluntarios y soldados. Entre estos últimos se contaban tropas de élite como el fogueado Regimiento Iberia, el Batallón de Cazadores de Mendigorría y parte del Tercio de Infantería de Marina. Además, los sublevados contaban con lo mejor de la Flota española con lo que evitaron en gran medida el bloqueo efectivo de la ciudad cuando se inicio el asedio en agosto de 1873. Además, Cartagena estaba bien aprovisionada de alimentos como para resistir muchos meses de asedio.

Grabado en el que se ve a los soldados republicanos asediando Cartagena.

Según el investigador histórico y autor del libro El Asedio de Cartagena de 1873 a 1874 (Nova Espartaria), Manuel Rolandi, “la ciudad disponía de unas excelentes condiciones naturales (bahía cerrada, elevaciones a su alrededor con castillos defensivos, campo abierto en sus proximidades, etc.), además de un sistema de defensa también muy poderoso: un recinto amurallado de cinco kilómetros de extensión con 18 baluartes fortificados, y un sistema defensivo exterior formado por 4 poderosos castillos, 6 fuertes y 8 baterías de costa, todo ello artillado con 355 piezas de artillería de diferente calibre”.

Además, según ha explicado Rolandi a este periódico, Cartagena contaba con uno de los cinco mejores Parques de Artillería de España (provisto de abundante armamento, munición y pólvora. A todo ello había que sumar su poderoso Arsenal Naval (uno de los tres mejores de la España de la época), con todos sus servicios funcionando perfectamente, y con la Escuadra de Reserva fondeada en su bahía, que era la más poderosa de la Armada española de la época, al contar con 4 de las seis fragatas blindadas disponibles, una fragata de madera y un vapor de guerra de 1ª clase, además de otros buques menores del Resguardo Marítimo”.

Respecto a la guarnición, cuando triunfó en Cartagena la Sublevación Cantonal (entre el 12 y el 14 de julio de 1873), se unieron a los sublevados más de 9.000 combatientes (unos 1.500 del Ejército Regular, 4.500 de la Marina y unos 3.200 Voluntarios de la República), así como varios mandos militares de reconocido prestigio y experiencia profesional.

Todo ello convertía a Cartagena en la plaza fuerte más poderosa de España.

general lopez dominguez asedio Cartagena
Grabado con escenas del asedio de Cartagena.

Frente a esta ciudad excelentemente fortificada, el general mandado por la República, Arsenio Martínez Campos, apenas contaba con unos 2.000 efectivos y una veintena de piezas de artillería ligera. Según relatan en su libro De Marbella a la presidencia del Gobierno. José López Domínguez: militar y político, un demócrata liberal, Antonio Romero Domínguez y Paco Cantos Moyano, Martínez Campos tenía disputas continuas tanto con el presidente de la República Salmerón como con su sucesor, Castelar. “El general pensaba que a los pocos días se rendirían los sublevados sin oponer resistencia pero al no obtener los resultados apetecidos, y acuciado por las prisas del gobierno, fue sustituido por el general Ceballos el 25 de septiembre”.

Con la llegada del nuevo general republicano se sumaron algunos refuerzos. Sin embargo, Ceballos diseñó un plan de ataque que precisaba de 25.00 soldados y 100 cañones de asedio, unos efectivos que la República no podía proporcionar. Ante las presiones del presidente Castelar, el 26 de noviembre el general Ceballos comenzó el bombardeo de Cartagena a larga distancia, por miedo a las efectivas salvas de contrabatería de los cantonalistas, dañando parte de las fortificaciones y casas de civiles. A los pocos días los sitiadores se quedaron sin munición y Ceballos presentó su dimisión, partiendo para Madrid sin esperar a su sustituto.

Como se ve, el asedio de Cartagena tenía visos de durar muchos meses. Nada más lejos de la realidad: el general José López Domínguez, elegido sucesor de Ceballos, se iba a encargar de darle la vuelta a la situación militar demostrando su talento militar como experto artillero.

Todo esto es explicado en un segundo reportaje:

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