Durante la Segunda Guerra Mundial, los soviéticos hicieron prisioneros a varios cientos de españoles alistados en la División Azul, unidad de combate que Franco envió de apoyo para luchar conjuntamente con los alemanes en contra de la Unión Soviética. Fueron capturados principalmente en la batalla del Voljov y en la batalla de Krasny Bor en el norte de Rusia. Muchos de ellos no pudieron soportar las atroces condiciones de los campos de trabajo comunistas: murieron violentamente, de hambre, frío, cansancio y desesperación, en lugares como Suzdal, Borovichí, Makarino, Norilsk, etc.

Soldado soviético escoltando a varios prisioneros españoles de la División Azul.

Sin embargo, 219 de estos españoles consiguieron sobrevivir. En 1954 se embarcaron en el buque Semíramis que los trajo de vuelta a su patria. En la mayoría de los casos volvían quebrantados física y, sobre todo, psicológicamente, ya que no eran los mismos que habían partido a luchar contra el comunismo en 1941.

El buque Semíramis a punto de entrar en el puerto de Barcelona.

Las autoridades franquistas decidieron que los ex prisioneros españoles pasaran un tiempo en centros de reposo para sobreponerse del duro trance vivido. Finalmente, unas semanas después de su llegada a Barcelona, eligieron el Albergue San Francisco del Frente de Juventudes (actual Albergue África) como el lugar para acoger a los doscientos divisionarios. Iniciándose así un episodio muy desconocido para la ciudad: el paso de estos soldados por Marbella.

EL ALBERGUE DEL FRENTE DE JUVENTUDES

Según explica extensamente la profesora Ana Rubia Osorio en su tesis doctoral El Primer Franquismo en Marbella (1939-1959), el Albergue San Francisco del Frente de Juventudes fue un importante centro de formación del Franquismo. Rubia Osorio menciona en su tesis que el Albergue del Frente de Juventudes sirvió de escuela de formación de instructores que impartirían la asignatura de Formación del Espíritu Nacional en las escuelas. Asimismo, dicho centro acogía a maestros que habían aprobado las oposiciones del Magisterio Nacional. Allí debían preparar la estructura formativa que los capacitara para dicha materia. También fue un lugar de recreo y distracción: “el antiguo convento de San Francisco llegó a acoger a los mejores alumnos que estudiaban Formación Profesional de toda España y pasaron un tiempo de vacaciones en Marbella como recompensa por sus notas”, explica esta profesora e historiadora local.

Vistas hacia el sur de Marbella desde el Albergue, con la piscina en primer término.

Rubia Osorio describe el albergue como un espacio que “tenía capacidad para unos cien alberguistas distribuidos en amplios dormitorios provistos de literas. Constaba además de sala de clases, dormitorios de mandos, comedor, cocina, servicios y bar instalados expresamente en el albergue. En el patio exterior había un mástil para izar y arriar la bandera. Ante ésta se encuentra la Cruz de los Caídos”. Así pues, el actual Albergue África se perfilaba como el lugar ideal para acoger al numeroso contingente de divisionarios.

MARBELLA COMO CENTRO DE DESCANSO

“Todo lo referido a la cuestión de la residencia de Marbella fue de carácter Confidencial y Reservado, por lo que tuvo una trascendencia pública relativa y ha permanecido más o menos en el olvido”, explica el historiador Francisco Torres García, autor de Cautivos en Rusia: Los últimos combatientes de la División Azul y uno de los pocos conocedores del paso de los divisionarios por Marbella.

Según ha explicado Torres García a este periódico, “desde mi punto de vista, las relaciones militares establecidas con el ejército americano en los años 50 y el intercambio que se venía realizando tuvo un doble efecto sobre la vuelta de los prisioneros: primero, el deseo por parte norteamericana de obtener información sobre la URSS derivada del testimonio-interrogatorio de los repatriados; segundo, tal y como se conserva en la documentación, se trabajó con un informe sobre la IIGM y la reciente guerra de Corea sobre cómo tratar a prisioneros de guerra que estuvieran retenidos por el enemigo durante mucho tiempo para su recuperación psicológica (como abordar el Trastorno de Estrés Postraumático, TEPT)».

Grupo de ex prisioneros españoles de la División Azul en Marbella. Cedida por Francisco Torres.

El Ministerio del Ejército pidió al Servicio Psiquiátrico del Ejército que planteara una vía para «la recuperación psicológica». Estos presentaron un informe con su propuesta en mayo de 1954: estimaban que necesitarían permanecer durante un tiempo largo en un Centro de Readaptación/Reeducación con asistencia médico/pedagógica. Sin embargo, el Ministerio del Ejército rechazó la propuesta de enviarlos a centros especiales de tratamiento, optando por reunirlos en residencias de descanso.

“Fue una decisión final del general Agustín Muñoz Grandes, en ese momento Ministro del Ejército. El 10 de mayo de 1954, cuando había transcurrido poco más de un mes de la vuelta de los divisionarios, se tuvo todo a punto. Serían las Capitanías Generales las encargadas de organizar el traslado de los repatriados a Marbella teniendo que organizar el «pasaporte» (el medio de transporte) y dar una dieta de 50 pesetas diarias a cada ex prisionero por cada día de desplazamiento”, explica el historiador Torres García.

Se habilitaron dos turnos: el primero, del 15 de mayo al 15 de junio al que asistieron 94 hombres; el segundo, del 15 de junio al 15 de julio, al que fueron cien. “La asistencia fue voluntaria, tal y como consta en un documento «confidencial y reservado» del Estado Mayor Central del Ejército que explica que esta decisión ha sido adoptada como consecuencia de una consulta realizada ante cada prisionero, por separado, preguntándoseles si voluntariamente querían ir a disfrutar el referido descanso, habiendo contestado afirmativamente hasta la fecha 198«, aclara Francisco Torres.

LA CUARENTENA: UNA HISTORIA REAL NOVELADA

El doctor militar González Mas fue el prestigioso psiquiatra encargado de tratar los problemas psicológicos provocados por la traumática experiencia que padecieron los ex prisioneros españoles. Estuvo destinado en el Albergue África como psiquiatra y analizó sus alteraciones de conducta en el estudio Psicopatología del Cautiverio, publicado en septiembre de 1954 en la revista Medicina, que este periódico ha intentado localizar sin éxito. Además, González Mas publicó en 2012 una novela basada en su experiencia durante su paso por el Albergue del Frente de Juventudes llamada La Cuarentena.

Dos divisionarios en una huerta de Marbella flanqueando a un campesino local. Cedida por Francisco Torres.

Según se relata en la novela La Cuarentena, la estancia en el Albergue marbellí estuvo en todo momento supervisada por el Servicio de Información Militar (SIM), la agencia de inteligencia del Ejército. De este modo, los divisionarios fueron sometidos, durante su estancia en Marbella, a una estrecha vigilancia. Todo el personal del albergue estaba formado por miembros del SIM, ya fueran cocineros, camareros y demás personal de mantenimiento. El objetivo era descartar que alguno de los presos españoles se hubiera convertido en un “topo” o espía de los soviéticos.

La Cuarenta refleja de manera novelada algunos de los problemas de adaptación que tuvieron muchos de los divisionarios durante el tiempo que pasaron en Marbella y el precio que pagaron psicológicamente tras 12 años de sufrimiento. Entre los presos españoles, la novela destaca, por encima de todos los demás, al capitán Gerardo Oroquieta (personaje real), que fue tomado prisionero en la batalla de Krasny Bor en febrero de 1943 tras ser aniquilada su Compañía de 196 soldados.

Gerardo Oroquieta, a la derecha, siendo recibido tras desembarcar del Semíramis.

La novela refleja las actitudes compulsivas, el hartazgo de ser saludados y aplaudidos como héroes cuando viajaban a Málaga a los toros, tendencias homosexuales o el olvido del español que algunos sufrían. También describe cómo la mayoría del tiempo los divisionarios lo pasaron comiendo mucho, tomando el sol en el patio del albergue y bañándose en la piscina. Además, algunos aprovecharon las tardes para ir a Málaga a visitar prostíbulos, fiestas patrióticas y bares flamencos.

Sin duda, se trata sólo de una novela, pero resulta interesante el hecho de que fuera escrita por el psiquiatra que trató a los divisionarios en el Albergue África. La verosimilitud de las escenas que refleja la novela nos hace trasladarnos al Albergue África en 1954.

Los divisionarios pasaron parte del verano de 1954 tomando el sol o bañándose en la piscina del Albergue.

CELEBRANDO SAN ISIDRO

El historiador local Francisco Moyano escribió un artículo para el diario Sur el 10 mayo de 2016 en el que se refleja el paso de los 200 divisionarios por Marbella. Relata la participación de los divisionarios en las celebraciones de San Isidro en la iglesia de la Encarnación, al día siguiente de llegar a Marbella. El padre Caballero, capellán de Franco y que acompañó a los divisionarios durante su estancia en Marbella, abrió la ceremonia con un sermón en el que resaltaba el heroísmo y el sufrimiento experimentado por los soldados repatriados. “A continuación exaltó las virtudes de San Isidro y exhortó a los fieles a llevar con resignación los sufrimientos que depararía la vida. La eucaristía finalizó con la interpretación del himno del Congreso Eucarístico, de manera que las voces de los repatriados se mezclaron con las de los fieles que llenaban el templo. Con posterioridad se organizó el cortejo procesional que paseó a San Isidro, como cada año, por las calles de la ciudad; fue portado, a intervalos, por caballeros repatriados de la División Azul”, relata Moyano. Según explica en su artículo, “la intensa jornada no había terminado aún para los repatriados porque todavía tuvieron tiempo para asistir a una novillada en La Malagueta”.

Divisionarios posando durante su estancia en Marbella. Cedida por Francisco Torres.

DESPUÉS DE MARBELLA

Tras dos meses de descanso los divisionarios volvieron cada uno con su familia, el que la tuviera. Según el historiador Francisco García, “se les consideró como tiempo de servicio el cautiverio, por lo que pudieron cobrar atrasos. Se les encuestó para saber de qué querían trabajar y en unos meses casi todos estaban colocados. Tuvieron preferencia para el acceso a viviendas de protección oficial o de sindicatos. Muchos pudieron obtener la Medalla de Sufrimientos por la Patria y los soldados más destacados la Cruz de Guerra con Palmas”. Marbella significó un paréntesis de paz y descanso para estos doscientos españoles que habían pasado 12 años en el infierno.

Con este reportaje concluye la Trilogía Marbella y la División Azul, sobre los marbellíes y sampedreños que lucharon en esta unidad combatiendo bajo el mando alemán en la Segunda Guerra Mundial y sobre el papel de Marbella como centro de recuperación de los españoles que volvieron a España tras la guerra.

Puedes leer las dos primeras partes de la Trilogía en:

Parte I: Marbellíes en el Frente de Leningrado

Parte II: Las hazañas del sargento Osorio

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