Javier Lima-Verso Libre-Amistades Peligrosas

Justo cuando estaba escribiendo este artículo sobre el crimen organizado,el narcotráfico y otros episodios en Marbella y la Costa del Sol aparecían en los medios nuevas noticias sobre ciertos sucesos violentos que han ocurrido en la zona con una mayor agresividad hacia las fuerzas de seguridad. En esta semana pasada tres guardias civiles eran tiroteados en Bornos al encontrar una plantación de marihuana. En Estepona dos guardias civiles eran heridos al ser arrollados por un coche que transportaba droga y en Algeciras dos policías nacionales eran heridos, uno de gravedad, cuando su patrulla intentaba interceptar un coche de alta gama –sustraído en Marbella- mientras cargaba fardos de hachís en Punta Carnero. Una línea roja que antes no traspasaban y que puede romper el statu quo.

Solo unas semanas atrás a finales de agosto Marbella era de nuevo el escenario de dos episodios violentos, un suma y sigue: un hombre era tiroteado en el interior de su vivienda y otro era secuestrado a punta de pistola, pese a ir acompañado de sus servicios de seguridad.

Desgraciadamente, es rara la semana que no nos levantamos con un nuevo ajuste de cuentas, un asesinato, un desembarco de droga a plena luz del día (como los que ha habido este verano) o algún episodio similar en la que es una espiral de violencia sin precedentes en Marbella y la Costa del Sol. El portavoz del gobierno municipal, Félix Romero, hablaba de «hechos puntuales». Otro miembro del equipo de gobierno me comentaba ante mi preocupación que «estas cosas siempre habían ocurrido aquí», aunque la hemeroteca contradice esto, al igual que fuentes policiales a las que he consultado. Antes sí eran hechos aislados y había personajes que vivían aquí pero sin hacer negocios en Marbella, solo residían. Querrán quitar hierro al asunto para no asustar ni espantar inversores ni residentes pero debemos ante todo actuar porque estas cosas hay que afrontarlas con determinación, precisamente para no cargarnos un ya paupérrimo modelo turístico que este verano, ya lastrado con la crisis del coronavirus, ha recibido al peor turismo posible: el narco turismo que este verano se ha paseado en sus coches de alta gama, cargando seguramente para la vuelta de vacaciones algún que otro fardo como cantaba el rapero francés Goulag en Fellaga cuando dice «Málaga-París a 280».

Marbella y la Costa del Sol se han convertido, muy pesar de sus ciudadanos y residentes, en uno de los epicentros del narcotráfico mundial. No lo afirma uno sino la propia policía especializada en el crimen organizado que asegura, dada la población, que no hay en ningún sitio tantos delincuentes y bandas organizadas como en Marbella y la Costa del Sol. Hay mafia rusa, india, holandesa, colombiana, inglesa, irlandesa, sueca y hasta china, entre otras, que se disputan el negocio del narcotráfico. Una actividad que se ha convertido en el eje vertebrador de un centenar de mafias que operan en la Costa del Sol. Los múltiples ajustes de cuentas, asesinatos o secuestros no dejan de ser el resultado de la guerra por un territorio clave para estas mafias-dada la cercanía con el Estrecho-, de los vuelcos (los robos de drogas entre bandas) y del acoso al que se ven sometidos por las fuerzas de seguridad que está provocando grandes pérdidas económicas por las constantes incautaciones y que eleva la tensión entre las mafias donde cualquier error o fracaso se paga con la vida.

Junto al tráfico de drogas, otras actividades delictivas se ven alimentadas y complementan a la primera, como es el caso de la venta de armas, la prostitución o el blanqueo de capitales, vital para estas economías sumergidas y criminales que tienen muy cerca paraísos fiscales como Gibraltar; además de ciudades como Marbella con sus macro urbanizaciones, su clima, su lujo y excesos que tanto les gusta y su carácter cosmopolita como lugar perfecto para que delincuentes extranjeros puedan asentarse y pasar desapercibidos.Precisamente este año era detenido cerca el exdirector de Pemex (la petrolera mexicana), Emilio Lozoya, que tenía orden de detención internacional acusado de fraude a gran escala y corrupción. Se encontraba oculto en la urbanización de lujo de la Zagaleta en Benahavís. La policía lo pudo detener porque sospechaban que podía estar en este complejo y porque abandonó la mansión de un empresario ruso donde se escondía para ir a la peluquería, momento en que aprovecharon para identificarle y proceder a su detención.

Si analizamos la historia reciente de la Costa del Sol podremos comprobar que se hadado cobijo a indeseables residentes. La propia dictadura de Franco pactó con la Camorra napolitana en los setenta, dando abrigo a los primeros mafiosos italianos que buscaban aquí un buen refugio para huir de la justicia italiana. El pacto permitía que pudieran venir a España -a la Costa- pero sin derramamiento de sangre. Esto se recoge en el libro de Antonio Romero y Miguel Díaz: Costa nostra. Pero la Camorra no fueron los únicos. Antes un numeroso grupo de nazis encontraron en España un lugar privilegiado hasta su plácida muerte en muchos lugares del país, incluida Marbella donde vivían en urbanizaciones como Costabella o Marbesa (se habla de cientos de ellos) que por supuesto contó con el beneplácito de un régimen que lo permitió. También hemos legitimado que personajes sombríos como Rifaat al-Assad, tío del presidente sirio, Bashar al-Assad, pudiera vivir a todo tren en Marbella, rodeado de lujos; era conocido como ‘el carnicero de Hama’ (aplacó una revuelta donde murieron entre 10.000 y 25.000 sirios) o el traficante de armas que campeó por Marbella como un auténtico anfitrión, Adnan Khashoggi; se lucró gracias a las armas que se utilizaron en conflictos de medio mundo hasta que cayó en desgracia. Por cierto, su famoso barco Nabila, que tanto tiempo estuvo atracado en Puerto Banús, lo compró Donald Trump.

Retomando el momento actual, la marca Marbella brilla menos que nunca, no solo por el humo de los incendios recientes del controvertido hotel Sisu o de nuevo en el chiringuito Playa Padre, sino porque a esas estrellas doradas que lucen en el logotipo turístico se les está cayendo el dorado por momentos.

Este verano me leía el libro de Fariña y encontraba desgraciadamente muchos paralelismos entre lo que ocurrió en Galicia y sigue ocurriendo, y lo que está sucediendo en Marbella: la poca conciencia ciudadana que existe sobre este problema que es el narcotráfico y el crimen organizado, algo que como padre y nativo de Marbella me preocupa y me duele.

Una de las cosas que evitó precisamente que el narcotráfico de Galicia llegara a más fue la irrupción de la asociación de madres gallegas contra la droga «Érguete» como un detonante para que la justicia empezara a actuar con contundencia y que los propios ciudadanos dejaran de considerar ciudadanos respetables a todos estos narcos gallegos; que dejaran de blanquear el narcotráfico. Por eso, y nunca me cansaré de repetirlo: es fundamental empoderar a la sociedad civil; porque es esta la que da movimiento a esa rueda, enorme y lenta, que termina transformando esa realidad que no nos gusta.

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