Javier Lima -Verso Libre- Atrapados por las redes

Fuimos muchos a los que nos sorprendió la elección de Donald Trump como presidente de uno de los países más poderosos del mundo y contradictorio a la vez por ser capaz de poner en lo más alto a un ser idiota y peligroso como se terminó de demostrar con el asalto al capitolio que el mismo alimentó. De igual manera el éxito del Brexit también chocó a muchos europeos, incluidos un gran número de británicos que no podían creer el resultado y las consecuencias reales en una campaña más que dudosa y muy cuestionada a posteriori. Ganó solo con un 51,9% de los votos. ¿Qué tuvieron en común el éxito de ambas campañas, la de Trump y la de ‘Leave .EU’ a favor del Brexit? En ambas campañas participó la empresa Cambridge Analytica como aseguró ante la BBC uno de sus exempleados, Christopher Wylie.

Esta empresa inglesa usaba el análisis de datos para desarrollar, entre otras actividades, campañas políticas—más de 100 en los cinco continentes— con el objetivo de cambiar el comportamiento de la audiencia. Hasta ahí parece normal. El problema radica en cómo lo hicieron para provocar que cambiaran la percepción de los suficientes votantes, sin su consentimiento ni conocimiento, para lograr el éxito de sus campañas.

Un escándalo que trascendió cuando varios medios de investigación, The New York Times y The Observer, informaron que Cambridge Analytica había adquirido de forma irregular información sobre 50 millones de usuarios de Facebook en los Estados Unidos y cuya noticia provocó que en tan solo 24 horas el valor de Facebook en bolsa cayera en37.000 millones de dólares. Todo, supuestamente, a través de un inocente test de personalidad en la red que tomó datos del 15% de la población de USA para inferir perfiles psicológicos de cada usuario y que fueron utilizados por Cambridge Analytica para manipular a los votantes de Estados Unidos en las elecciones donde Donald Trump resultó elegido como presidente.

Una actuación éticamente cuestionable que trascendió las fronteras de Estados Unidos cuando el canal británico Channel 4 News emitió un informe obtenido tras una cámara oculta donde supuestamente se recogió los testimonios del entonces fundador y director ejecutivo de Cambridge Analytica, Alexander Nix, ofreciendo tácticas más que reprobables como espías y prostitutas para desacreditar a políticos. Algo que le costó el puesto y que la propia empresa negó.

Del Brexit recomiendo la película homónima que se puede ver en HBO y donde se pueden apreciar bien los entresijos de esa campaña, en mi opinión fraudulenta ya que un referéndum bien hecho, y con esa trascendencia, debe dar información fiable, clara y transparente de los pros y los contra sin ningún tipo de manipulación. Como diría en el tráiler el actor Benedict Cumberbatch, que encarna al cerebro real de la campaña, Dominic Cummings: «Todo el mundo sabe quién ganó, pero no todos saben cómo». Otra campaña análoga a la de Cambridge Analytica que manipuló los sentimientos xenófobos de la clase trabajadora con datos obtenidos de una forma poco legítima para obtener el éxito de la misma.

Pero ¿Cómo estas empresas son capaces de cambiar la opinión de los votantes?  Las redes sociales están diseñadas —esto se explica muy bien en el documental ‘El dilema de  las redes’ por sus propios artífices— para captar el mayor tiempo posible al usuario. Si el usuario es amante de la fotografía le aparecerán muchas noticias e información sobre ese hobby para captar continuamente su atención y mandarle publicidad pero si es por ejemplo un conspiranoico le llegará todo clase de interacciones, de información sobre estos temas, con poca o nula fiabilidad que, lejos de promover su espíritu crítico, reafirmará la opinión que ya tenía.

En el caso de la compañía Cambrige Analytica, con la información de los usuarios era capaz, casi de forma individual, de saber qué contenidos y qué tono debía tener un mensaje para cambiar la forma de pensar de los votantes, en este caso a favor de Trump. El gran problema es que no enviaba solo publicidad personalizada ,sino que generaba fake news o noticias falsas que replicaba a través de blogs, medios y redes sociales provocando un cambio de percepción en el votante de forma inconsciente en un proceso planificado. Primero empezando a socavar su confianza en las instituciones, como los grandes medios, porque empiezan a leer noticias, por ejemplo sobre inmigración en diferentes medios que no aparecen en los principales medios de comunicación. Aunque sean falsas generan una desconfianza hacia esos grandes medios que, valga la contradicción, se tornan pocos fiables creando usuarios conspiranoicos, negacionistas y crispados. Ingredientes para que sean fácilmente manipulables y que logren el objetivo de la empresa: que los votantes cambien de opinión.

Lo peor es que detrás  de esas maniobras se generan una gran cantidad de noticias falsas que por lo general conectan las emociones del usuario con un discurso de la división, del odio y de la confrontación que terminan crispando y polarizando a la población usuaria de las redes, que es mucha, ¿Os suena esto? Las mentiras por las redes sociales se difunden 6 veces más rápidas que las noticias verdaderas y una vez lanzadas el daño ya está hecho porque una mayoría de usuarios no lo ponen en duda, en ausencia de un ejercicio más necesario que nunca: el pensamiento crítico.

Una manipulación sutil que viola la autonomía para tomar decisiones libres y que debería estar prohibida porque se está votando en función de una realidad falsa que se ha manipulado de forma intencionada y que además provoca de forma colateral una enorme polarización y crispación de la sociedad que levanta muros infranqueables.

Como nos dice Adela Cortina en una entrevista reciente sobre estos fenómenos: «un daño enorme, no solo porque estamos todos en el mismo barco y quienes atizan el conflicto acaban haciendo daño a todos, sino porque nuestra convivencia es muy frágil y la estamos convirtiendo en una lucha de todos contra todos… Ya está bien de polarización, de supremacismos y de luchas sectarias e ideológicas».

En ese mismo sentido  nuestro querido Alejandro Pedregosa, a propósito de la lectura del libro de Theodor Kallifatides  ‘Otra vida por vivir’ y la libertad de expresión  en las redes sociales nos dice algo muy oportuno: “…decimos cosas, opinamos pensando que coge la dirección vertical, la que va directo al poder pero no, lo que ocurre generalmente es que lanzamos la piedra en dirección horizontal y esa piedra le pega a un igual, a alguien básicamente muy parecido a nosotros con la única diferencia quizás que opina de una cuestión de un modo distinto”.

Hace unos meses realizábamos desde Marbella Activa un vídeo gracias a la maestría de Paco Cervera y el conocimiento de Josefina Justicia, profesora de Lengua y Literatura y socia de Marbella Activa, para hablar del pensamiento crítico, algo en lo que estamos poniendo el acento desde la asociación: dotar a la ciudadanía de una herramienta clave para convertirse en una ciudadanía crítica y comprometida, donde se les ayude a forjar una opinión propia y solida que les ayude a no ser engañados y manipulados y a cuestionarse todo lo que se lee en las redes sociales, en los medios y hasta sus propias creencias y opiniones.

La manipulación y el engaño no solo está en las redes, desgraciadamente. Las redes sociales como tantas cosas en la vida, en esencia, no son buenas ni malas, todo depende del uso que hagamos de ellas, de lo que dejemos que nos hagan y de nuestra capacidad para interactuar con ellas.  Las redes sociales son también un lugar para el encuentro, para el conocimiento, para el debate sano, para el arte, para hablar de libros… Un lugar donde encuentras ventanas de conexión con el mundo o tu pequeño mundo, donde puedes seguir la historia de amor de Órfilo y su pequeño Nacho, el buen rollo de la amiga Nazareth, la ventana a la poesía de mi prima Chus, el conocimiento histórico de mi amigo Paco Moreno a través de la excelente página de Historia de Marbella, los cuentos de mi amigo Fede o las bellas fotografías del grupo Forum fotográfico por citar algunos rincones virtuales. Muchas excusas para que la navegación en estas redes sea fructífera y nos alegren el día sin necesidad de pelear con nadie, de tener encontronazos ni de cavar trincheras ideológicas que no llevan a ningún lado.

Es tiempo para el diálogo, para encontrarse con aquello que nos une en lugar de lo que nos separa; de cultivar aquello que decía Aristóteles de la ‘amistad cívica’. Nuestro futuro y la convivencia dependen de ello.

Referencias

Vídeo de Ahora Educación sobre pensamiento crítico

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